
«Se me agota el tiempo, no puedo seguir esperando a poder ser YO»
Hace casi cuatro años, Michael empezó la complicada, frustrante e interminable lucha para poder ser él mismo. Hace casi cuatro años, Michael inició todos los trámites para conseguir que física, social y burocráticamente se le reconozca como un hombre. Michael es un chico trans, es decir, nació y se desarrolló físicamente con los atributos propios del sexo femenino, pero desde pequeño él se percibía como un chico y no cabía en su imaginario que un día tuviese pecho o le bajase la regla. Hoy se sienta a mi lado para contarme su historia, un duro testimonio sobre lo que implica ser transexual en España.
¿En qué momento te empiezas a dar cuenta de todo esto?
Yo tengo un problema añadido, como no me he desarrollado como el resto de personas, no he tenido la capacidad de decir ¿por qué ese chico tiene eso y yo no, si yo me siento como tal? Esto se debe a que yo estoy dentro del síndrome de autista, así que no me he relacionado nunca mucho con las personas y me cuesta hacerlo todavía a día de hoy. Yo, por ejemplo, le decía a mis padres que quería cosas de chico e intentaba convencerles de que yo era un chico, pero no colaba.
De manera que siempre he vivido bajo la norma de “el futbol es para chicos, tu eres una chica y tienes que vestir así, ser así, etc.”. A mí no me gustaban nada todas esas cosas, pero como no me relacionaba con otros niños, no veía esa disonancia de géneros que se suele tener. En mi cabeza, simplemente, no entraba la idea de que me fuera a bajar la regla o me fueran a crecer las tetas, no sentía que mi cuerpo fuera a ser como el resto de las mujeres.
Así que mi primera gran depresión llegó a los doce años, cuando, precisamente, me bajó la regla y me empezaron a crecer las tetas. Yo era incapaz de ponerme un sujetador en condiciones o tocarme, y eso ha pasado prácticamente hasta hoy, estoy deseando que me operen. Así que es más o menos ahí, cuando yo ya sabía que no era como los demás, pero como no tenía herramientas y mis padres pasaban bastante de mí, pues yo sentía que estaba loco.
La cosa cambió cuando mi padre falleció, hace cinco años, y entonces poco a poco empecé a conocer gente. Un día vino Haidar, mi mejor amigo, y me dijo que era un chico trans, me explicó la situación y mi cabeza hizo click. Vi que había más personas como yo. Es entonces cuando comenzó todo. Estuve un mes documentándome, y después de ese tiempo, viendo todo lo que tenía que hacer aquí en la Comunidad de Madrid, empecé con los trámites. Me fui a empadronar en una casa y fui al médico a pedirle que me mandaran al endocrino, al hospital que fuese, cualquiera me valía. Y finalmente, ellos me mandaron al Ramón y Cajal, a la UIG (Unidad de identidad de género).
Por lo que tengo entendido, hay asociaciones que funcionan muy bien, así que ¿por qué terminaste yendo al hospital Ramón y Cajal?
Cuando yo entré en la UIG, no había las posibilidades que hay ahora, no existía Fundación Daniela y no se habían aprobado las leyes que hay hoy. Entonces únicamente podían darme las hormonas, pasando por psicólogo, psiquiatra, varios años en la UIG y yendo exclusivamente a la unidad, porque no había más opciones. Tenías una aquí, otra en Barcelona, otra en Andalucía y poco más. Esas eran las únicas Unidades de Identidad de Género que había en el país.
Entonces una vez que entras en la unidad, ¿cuál es el procedimiento que empiezas a seguir?
Yo empecé todos los trámites en enero de 2014, en febrero pedí que me dieran las primeras citas y me las dieron para mayo. La primera persona que me entrevistó fue el Dr. Becerra, y me explicó un poco por encima los procedimientos. Lo primero que me dijo es que con el peso que tenía no me iba a dar las hormonas, que adelgazaba o adelgazaba y si era posible que fuera pidiendo cita para cirugía bariátrica, para ponerme un balón gástrico. Actualmente estoy con las hormonas, y he empezado a adelgazar ahora, porque me siento mejor conmigo mismo. Hay chicos más delgados que yo en la UIG que están teniendo un montón de efectos secundarios con la testosterona y yo no estoy teniendo ninguno. Y luego me mandó con Maria Jesús, que ya fue quien me empezó de verdad a explicar las cosas.
En aquel momento tú estabas obligado, por ejemplo, a pasar por seis sesiones con el psicólogo y seis sesiones con el psiquiatra como MINIMO. Teniendo en cuenta que si te dan las citas cada dos meses, como poco, por seis sesiones, al final es un año como mínimo. Al final, se juntan muchas cosas, porque no es solo ir al médico, es que yo tengo que vivir veinticuatro horas con una identidad que no me corresponde y tengo que ir a cualquier lado y me están tratando como a una mujer, y eso claro que no sienta bien y claro que genera depresión. Es normal que seamos la población con más tasa de suicidios. Es lógico porque no nos lo ponen fácil.
Sí, porque en esas sesiones psicológicas y psiquiátricas ¿Qué es lo que hacíais?
Pues la de psiquiatría al final solo fui una vez, y me tocó llevarme todos los papeles, porque hay cierto tipo de enfermedades mentales que si las tienes diagnosticadas no te permiten cambiar de género, por ejemplo: los trastornos de bipolaridad, los trastornos límites de la personalidad (TLP), y si eres una persona autista, como yo, dependiendo del grado que tengas tampoco te permiten recibir esas hormonas.
¿Y precisamente eso te supuso algún problema?
Ahora no, porque la ley de actual me ha permitido que al final no haya sido así, pero antes de la ley sí.
¿Y en las sesiones psicológicas?
El psicólogo… era muy rayante. Porque se supone que él estaba para ayudarnos a llevar bien el día a día, pero es que yo no trabajé eso. Ellos pueden decir que sí, pero conmigo no funcionaba y no era el tipo de terapia que yo necesitaba. Y bueno, a mí no me los han enviado nunca, pero si he visto ese tipo de test con “indica del 1 al 5, uno muy poco, 5 mucho, cuánto te gusta el futbol” o “la jardinería”. (…)
(Michael habla de un tipo de test usado en las unidades para establecer a qué género pertenece una persona y validar si de verdad está demostrando que está en un cuerpo que no le pertenece. Numerosas asociaciones los han denunciado y publicado manifiestos contra ellos pues se basan en meros estereotipos. Como decía la cómica Elsa Ruíz en uno de sus monólogos, cuando le preguntaron en este test si ella de pequeña “jugaba más con camiones o con muñecas”, ella respondió que de pequeña leía).
(…) Entonces, yo entiendo que el psicólogo quisiera ver si estaba depresivo, si no lo estaba, cómo lo estaba, etc. porque claro, uno de los efectos secundarios de la testosterona es la depresión, pero de qué sirve un tests que me mandaba para que lo rellenase en mi casa en donde ponía “indica del 1 al 5, uno muy poco, 5 mucho, si bebes alcohol, si exageras, cuánto al día…”, lo cual no tiene mucho sentido, no tiene nada que ver conmigo y no es con lo que tenemos que tratar.
Y después de pasar por todas las sesiones, ¿en qué momento consigues que te empiecen a dar las hormonas?
La primera toma de testosterona conseguí que me la diesen el 1 de diciembre 2016. Dos años desde que empecé con todo, DOS AÑOS. Y lo conseguí porque les amenacé. Ya estaba la ley actual y la ley les obliga a que si yo pido ese tratamiento, nadie me puede decir que no y aun así, estando ya la ley, me tocó un poco obligarles. Porque me ponían siempre excusas, “no, porque fumas porros”, “no, porque no tienes una casa fija”, “no, porque no tienes una estabilidad familiar y emocional”, siempre había una excusa. Entonces yo ya me cansé, porque se me agota el tiempo.
No es por ser alarmista, pero se me agota el tiempo, yo no puedo estar cinco años de mi vida, esperando a poder ser YO, para poder encontrar un trabajo y tener una vida feliz. Porque si encuentro un trabajo ahora, a lo mejor me echan. Y no quiero volver a la situación por la que he pasado, ya que me costó mucho salir burocráticamente de la calle después de que falleciera mi padre. No quiero volver a estar en esa situación y ellos no me lo ponen fácil si hacen eso. Y básicamente les dije que o me empezaban a dar las hormonas como decía la ley o que si no lo hacían, hablaría con Fundación Daniela, me iría por privado o acudiría a Médicos del Mundo. Que para entonces eran ya las tres opciones que había y que conocía.
(Fundación Daniela es una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es terminar con la discriminación que sufren los niños y las niñas adolescentes transexuales y transgénero. Michael explica que gracias a esta asociación se han hecho numerosas muchas campañas que han dado visibilización y muchas de las leyes nuevas que han ido saliendo es prácticamente gracias a ellos. Si no hubiera sido por ellos, en los dos últimos años, no se habría avanzado absolutamente nada. Por ejemplo, antes no podías optar a las hormonas hasta que no llegabas a los 18 años, si tenías suerte, te podían poner bloqueadores, y eso con suerte, dice Michael)
¿Qué son los bloqueadores?
Los bloqueadores son algo que se le pone normalmente a las mujeres trans, para bloquear la testosterona y que haga efecto el tratamiento hormonal, y que los hombres trans solo recibimos si teníamos entre 13 y 18 años para paliar los efectos de nuestras hormonas naturales, para que no nos desarrollemos como mujer completamente, y luego podamos desarrollarnos como hombres más fácilmente sin tener que pasar por la regla, etc. Entonces antes si tenías mucha suerte, MUCHA, a lo mejor podías recibir los bloqueadores, pero si eras menor de edad nunca ibas a recibir las hormonas. Y si te pones realmente a pensar en cuestión de dinero, si se diesen los bloqueadores y las hormonas cuando se debería, se ahorraría muchísimo en operaciones de mastectomía, de cuerdas, etc.
¿Y en qué momento puedes empezar a hacer los trámites para cambiar toda la documentación, tu nombre, etc.?
Pues justamente he ido esta mañana a ello. La ley actual, no especifica, como anteriormente, que yo deba llevar dos años en tratamiento de hormonas, ojo, tratamiento de hormonas, que no en la UIG en sí, porque yo este año hago 3 años en la UIG, es decir, llevaría un año y pico en hormonas, pero otro y pico desde antes en la UIG. Bueno pues no me quieren dar el papel que diga que llevo 3 años allí en la unidad, en citas y tal. El mes que me viene me dan un papel donde pone que yo llevo con hormonas desde el 1 de diciembre del año pasado. Entonces con ese papel yo tengo que ir al registro a sacar los papeles de nacimiento, y luego ir al juzgado y pedirlo. Pero claro, es el juzgado el que puede decir que sí, o me lo puede rechazar, y lo más probable es que me lo rechace a este paso.
Así que haré todo lo posible, con todos los papeles que tengo y demostraré con todos los papeles de las citas que llevo desde hace tanto tiempo. Y bueno una vez que el juzgado te da el visto bueno, que tarda un mes en decir si sí o si no, pues directamente una semana después llega por correo a casa el nuevo DNI con el cambio de género y nombre.
Y claro al final con todo el proceso se termina alargando muchísimo
Sí, y gracias a la ley, los procesos se han acortado, y aun así esto es eterno.
Precisamente con la ley que se promulgó el año pasado de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid, se ve que hace referencia a la sanidad, a la educación, al ámbito laboral, al social, etc. con esta ley ¿qué crees que ha cambiado en todos estos ámbitos?
En cuánto, a sanidad, pues sinceramente no veo que esté cambiando mucho, excepto que se han acortado un poco los plazos, que ya no tienes que pasar obligatoriamente por psicólogo ni por psiquiatra o que nadie te puede decir “no eres trans”. En la enseñanza pública, por ejemplo, lo que si hay es que te tratan con tu género, es decir, tu matrícula la tienes que hacer, en mi caso, como mujer, porque es lo que pone en mi DNI, pero al lado, pones entre comillas el nombre del género que eres y en las listas apareces con ese nombre, en mi caso, de chico. Aunque luego en las notas y tal, aparezca con el nombre que por desgracia te pertenece, pero es un avance, porque te resta el explicarle a tus compañeros qué eres o dejas de ser.
Esto en mi caso me da igual porque intento ser activista, movilizarme, hacer entender a la gente, y yo no me oculto, no me importa decir soy trans, porque si yo hubiera sabido todo esto hace tiempo, no habría esperado tanto.
¿Y qué cosas crees deberían cambiar en la sanidad y en la educación para que la realidad de las personas trans fuera a mejor?
En Sanidad, el tema de las unidades, yo lo siento mucho, pero creo que deberían desaparecer. Creo que se debería normalizar. Ahora está todo muy centralizado, y eso que la ley dice que tu puedes recibir este tratamiento en el médico que quieras, en el hospital que quieras, mientras sea un endocrino y te lo lleve. Se debería de hacer así verdaderamente, es decir, tendría que ser un simple aspecto más, como quien va al dentista. Y por el hecho de que se normalice no va a haber más, nadie se va a “contagiar”.
Pero si tu a la gente le dices que los transexuales vamos a tener más libertad para hormonarnos y cambiar de género a través de la seguridad social, tienes tres posibles respuestas: la primera, “mientras no hagas daño a nadie”; la segunda, “estás tú que con mis impuestos te voy a pagar tus degeneraciones”; y la tercera respuesta habitual, “joder pues van a salir hasta de las piedras”. Y no es que vaya a haber más de repente, es que cuanto más amplios de mentalidad seamos, menos gente se va a sentir encerrada. Y yo estoy en sección de adultos en el instituto, pero cuando eres pequeño, los niños son mucho más maleables, entonces si tu padre opina que eso es raro, tu también lo opinas, y si lo tienes en clase, vas a ir a por él, porque eso es lo que aprendes en casa. Pero yo no he tenido problemas con el instituto, la verdad, nunca me pusieron pegas.
Hoy en la ley actual se establecen políticas contra la transfobia para la escuela; sanciones con multas para aquellas personas que utilicen expresiones o realicen actos que supongan una discriminación, vejación o agresión a las personas trans; y elimina los periodos que antes se establecían para acceder a las hormonas, o para poder cambiar la documentación, entre otras muchas cosas. Sin embargo, a pesar de que hace casi un año que se promulgó la ley, todavía se puede observar que aquellas personas encargadas de llevarla a cabo, médicos, jueces, funcionarios, profesores, etc. no la aplican como se debería. Por lo que aunque la ley haya cambiado, todavía falta mucho para que la sociedad cambie.
Así, mientras Michael le quitaba el sonido a su móvil para que no le interrumpiese, lanzó este mensaje final: si tienen la oportunidad de cambiar, no de género, sino de ser mejores personas, háganlo. Tenemos que empezar a comportarnos como una sociedad y menos como un individuo. Tenemos que empezar a pensar en los demás.


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