Espacio seguro

Testimonio #8

Cuando tenía 14 años fui a una fiesta de cumpleaños de dos chicos que no conocía de nada. Fui con tres amigas, para ese entonces yo estaba sola, prácticamente no salía a la calle, así que me decidí a ir con ellas esa noche. Todavía me arrepiento.

Cuando llegamos estaban (lo típico) de botellón. Yo siempre he sido bastante tímida, así que para soltarme un poco, me tomé un cubata. Nada más. No iba borracha, no iba mal, solo bebí para abrirme más a los demás.

Uno de los chicos del cumpleaños empezó a tontear conmigo (él, para entonces, cumplía 18 años). Se puso pesado, muy pesado, probablemente el alcohol hizo que se pusiera mucho más insistente. Al final me cansé y acabé enrollándome con él, por el simple hecho de que me dejara en paz durante el resto de la noche. Me junté a mis amigas porque no quería que insistiera más, pero ellas, cada vez que él volvía, nos dejaban solos. Llegó un momento donde no paraba de toquetearme y yo no paraba de decirle que no, que no quería nada con él. Estaba muy borracho y en una de las ocasiones me dijo: “Por favor, acompáñame a casa, me encuentro muy mal”. Sinceramente, me dio pena.

Durante todo el camino estuve sosteniéndole para que caminara, no intentó nada, se portó como una persona normal, no insistió más. Después de 10 minutos de caminata, con mucho frío, llegamos a su casa. Casi no podía ni abrir la cerradura sin caerse al suelo. Le ayudé a entrar a su porche, pero antes de entrar a su casa se abalanzó sobre mi. Empezó a besarme y me acorraló en una pared. Yo no paraba de alejar la cara, de empujarlo, pero pesaba demasiado. Le dije que parara, que parara mil veces, incluso se lo pedí por favor. De dentro de su casa salió un chico porque me escuchó gritar. Nos preguntó si pasaba algo y yo le dije que estaba muy borracho y que estaba muy pesado conmigo, que me quería ir. El chico en cuestión le dijo a su amigo “métete en casa, ya voy”. Y el amigo hizo exactamente eso, dejarnos solos de nuevo.

Caminé hacia la puerta, lo más rápido que pude pero se abalanzó sobre mi y me tiró al suelo. Se puso encima de mi y me abrió las piernas. Me dijo que sería muy rápido. Empecé a llorar. Solo quería irme a casa. Empecé a forcejear con él, le golpeé, y, de alguna manera, conseguí escaparme y salir por la puerta. Me fui corriendo. No sabía dónde estaba porque ese lugar no era el sitio donde vivía, había ido allí solo por el cumpleaños y yo tenía que dormir en casa de mis amigas pero no sabía como llegar a su casa. Me encontré un parque por el camino y allí me quedé, sola, con frío y llorando después de que este chico intentara violarme.

¿Sabéis qué es lo peor? Que al día siguiente me habló por Tuenti (aquel entonces se utilizaba Tuenti todavía) y me dijo que lo sentía, que le había dicho su amigo que había sido muy pesado conmigo y que no se acordaba de nada. Yo le dije que no importaba. Que todo estaba bien, pero en realidad, nada estaba bien. Durante mucho tiempo pensé que era culpa mía por acompañarle a casa, que era culpa mía por besarme con él antes, que era culpa mía porque mi falda, quizás, provocaba demasiado. Nunca he contado esto antes, ni siquiera a mis amigos, a mis padres o a mi actual pareja. Todavía tengo miedo de que me juzguen.

Anónima

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *