
La revolución de la lucha libre femenina
Para hablar de lucha libre femenina, tenemos que partir de esta base: no es necesario ser fan o seguidor de este deporte para tener claro que el talento de las mujeres luchadoras es innegable y admirable.

Dicho esto, y antes de entrar de lleno en esta cuestión, es necesario diferenciar lucha libre olímpica de lucha libre profesional. Este artículo profundizará sobre esta segunda variante, que es un deporte-espectáculo que combina artes escénicas y disciplinas de combate. Aunque podemos hablar de varias empresas dedicadas a esta actividad, desde luego que hay una que sobresale y es World Wrestling Entertainment (WWE). Con orígenes en Estados Unidos, se ha convertido en la compañía con más relevancia a nivel mundial en cuanto a lucha libre. El evento principal de WWE es Wrestlemania, donde se disputan los combates más esperados del año. Este acontecimiento se ha consolidado como el eterno rival de la Super Bowl en territorio americano, cada año se disputan la audiencia y los ingresos económicos.
Una vez asumida la importancia de esta compañía, es hora de hablar de uno de sus pilares históricos, la lucha libre femenina. Las mujeres que han pisado estos cuadriláteros han hecho historia, han dejado un legado de valor incalculable y han demostrado tener todo lo necesario para ofrecer un espectáculo inolvidable.

Eso sí, este pilar histórico tiene una peculiaridad que no podemos pasar por alto. Se trata de un pilar invisible. Y no, no es precisamente porque no se pueda ver, sino porque han sido ocultadas y relegadas al olvido desde muy pronto.
Aunque sería necesario realizar un análisis muy extenso, intentaremos ser breves con el recorrido histórico.
Curiosamente, los comienzos de la división femenina son esperanzadores. De los años 50 a los 80, los combates femeninos estaban presentes en todos los shows alrededor del país y estaban prácticamente al mismo nivel que los de hombres en cuanto a duración, modalidad de lucha, dificultad técnica, entre otros. Es necesario hablar de la figura de The Fabulous Moolah, la luchadora más reconocida de su época y poseedora del récord del reinado más largo de cualquier título de la historia del deporte profesional mundial, tanto masculino como femenino. Acumuló 10.778 días de reinado, es decir, unos 29 años y 5 meses. Fue uno de los grandes iconos e ídolos de su época y, por supuesto, inspiradora de muchos deportistas.

A partir de los 90 hasta el año 2002 aproximadamente, se atraviesan dos etapas conocidas como la Era de Oro y la Era Attitude, donde se establece el término diva para referirse a las luchadoras. A partir de este momento se hace notable la representación del talento femenino como símbolos sexuales, la empresa crea una revista en la que periódicamente se publican fotos de las deportistas con poca ropa. Además, en los cuadriláteros tenían que aparecer con atuendos de cuero ajustados que realzaran sus normativos atributos físicos.
En contraposición estaba la figura de Chyna, que se salía de los estereotipos femeninos y estaba presentada como una culturista. Fue la primera en combatir con regularidad contra hombres y conseguir un título (dos veces) de la categoría masculina, algo nunca visto y que jamás ocurrió después.

El verdadero problema de todo esto es que, teniendo en cuenta que el elenco estaba conociendo su edad de oro en cuanto a calidad, el público solo las veía como objetos sexuales. ¡SORPRESA, un nuevo caso de hipersexualización de la mujer en el deporte!
No, no sorprende en absoluto. A pesar de que el nivel luchístico de esa época estaba en su mejor momento, fueron arrebatadas de toda oportunidad para demostrar nada. El número de combates femeninos por show se redujo a uno (de los diez que hay de hombres), la duración de cada encuentro cambió a 5-10 minutos (de los 20-30 que tienen los hombres) y fueron condenadas a una sola modalidad de pelea. Por ejemplo, mientras los luchadores podían combatir en celdas, usar objetos para golpearse, tener peleas de escaleras, las mujeres solo podían tener un combate básico sin ningún elemento ‘‘peligroso’’, precisamente por considerar que no tenían preparación física suficiente como para soportar un combate de tales condiciones. Sin duda, es mejor no hablar de sueldos, las diferencias son abismales.

De 2003 a 2007 se realizó el Diva Search, un concurso que tenía como fin encontrar a nuevos talentos femeninos. Lo que en principio sonaba como una iniciativa interesante, tardó poco en convertirse en un despropósito. WWE solo buscaba modelos, mujeres estereotipadas y dentro de los cánones de belleza. En aquel entonces se realizaban combates en bikini con flotadores de playa o dentro de una piscina con barro, cosa que sería impensable para la categoría masculina. Como era de esperar, esta situación conoció su declive absoluto en 2012 aproximadamente. En síntesis, la situación era lamentable y denigrante.

A partir de 2015, todo se tornó tan insostenible que el colectivo de divas comenzó a emplear sus redes sociales para reivindicar la deplorable situación en la que se encontraban. Porque no, la división femenina no existía para ser objeto de burla ni menosprecio. A través de los hashtags GiveDivasAChange (Dadle un cambio a las divas) y #UseYourVoice (Usa tu voz), fueron rápidamente apoyadas por el público. El asombro de los directivos ante la gran repercusión mediática que lograron estas luchadoras fue tal que su respuesta fue inmediata. En cuestión de pocos meses se eliminó el término diva, comenzaron a estar consideradas en las listas de mejores luchadores del año (alcanzado puestos muy altos), tenían mayor presencia en los shows, los guionistas les proporcionaban historias complejas y bien construidas, los sueldos aumentaron…

Las chicas de 2015 hasta el momento se convirtieron en pioneras de modalidades de combate nunca probadas por una mujer. En la actualidad cuentan con tres campeonatos femeninos de los trece totales. Aunque sigue siendo desproporcional, en tiempos pasados solo contaban con uno. Llegó un punto de la historia en la que las tres marcas de la empresa fueron estelarizadas por la división femenina. El combate más importante y esperado de la noche en horario prime time, con máxima audiencia. Nadie lo habría imaginado.
Es cierto que luego nos topamos con datos tan preocupantes como estos: el salón de la fama de la empresa, creado en 1993, cuenta con 164 nombres de los cuales solo 8 son mujeres. No obstante, no se puede negar que la figura de la mujer dentro de la industria de la lucha libre ha mutado drásticamente en los últimos meses y sigue haciéndolo. Se pasa de el reflejo de una atleta hipersexualizada a una atleta empoderada, profesional, consciente de su talento, habilidosa y con un personaje bien construido.

Así hablaba Dark Angel, una de las entrenadoras del elenco, en una reciente entrevista: ‘‘La evolución de las mujeres en la WWE, para mí, no es algo inesperado, porque sé de la calidad de las mujeres que están ahí fuera y que han permanecido ahí desde el principio del siglo pasado. No ha sido falta de talento o calidad; es solo el momento adecuado y las mujeres lo están aprovechando. No hay límite que detenga la división”.
Desde luego, esta revolución ha sido tal que Netflix ha realizado una serie llamada GLOW (Gorgeous Ladies of Wrestling), que se basa en su versión real no ficcionalizada de los años 80. En esta serie, se refleja cómo una serie de mujeres quieren llegar a ser luchadoras para poder participar en un reality. Desde la comedia, presenta mujeres empoderadas.

Por suerte, el público comienza a adorar a las superestrellas femeninas por lo que son, deportistas de élite que son capaces de ofrecer un espectáculo y una exhibición que valen la pena. Ya sabéis, si alguien os dice lo contrario, todo es válido dentro de un ring. Quizá un puñetazo y una patada voladora de vez en cuando no viene mal…


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