
¿Y si no me depilo las piernas?

¡Vamos, tú puedes! Fue lo que pensé el pasado verano, cuando decidí dejar la cuchilla de afeitar de nuevo en mi neceser. Estaba en el baño de una casa rural donde pasaba el mes de agosto con toda mi familia y como muchas mujeres me disponía a depilarme las piernas antes de bajar aquella mañana a la piscina. Los pelillos ya se veían. Sin embargo, algo en mi interior me dijo: ¿Y si no me depilo las piernas?
Hacía ya tres años que había empezado a formarme como feminista, y aquel año habían llamado mi atención varias campañas que reivindicaban la libertad de la mujer de hacer lo que quisiera con su cuerpo, como, por ejemplo, no depilarse. Todas las fotografías e ilustraciones de mujeres con vello corporal que había visto aquel año por las redes aparecieron en mi mente y por primera vez, en aquel baño, me pregunté a mi misma: ¿Por qué me depilo?

No supe contestar. Desde pequeña me había parecido doloroso y una pérdida de tiempo y de dinero, no obstante, a los 13 años empecé a depilarme porque era lo que todas las mujeres a mi alrededor hacían. Recuerdo que en segundo de la ESO, una chica llegó a clase con un enorme corte en la pierna, le pregunté que le había pasado, y ella contestó que se había cortado depilándose, y yo con toda mi emoción pensé para mis adentros: ¡Qué mayor, ya se depila! Ahora pienso en el enorme daño que se tuvo que hacer.
De manera que me di cuenta de que llevaba seis años gastando dinero en cuchillas, máquinas y bandas de cera, y espuma depilatoria y decolorante; que llevaba seis años perdiendo horas en el baño eliminando cada pelo de mi cuerpo en cuanto se acercaba el verano; y que llevaba seis años irritando, enrojeciendo y machacando mi piel. Todo ello sin haber sido consciente o sin haberme planteado por qué lo hacía.
En aquel baño pensé diversas respuestas: que sin pelos mi piel era muy suave, que se veía más bonita, etc. Pero enseguida contraargumentos aparecían en mi mente: a los dos días de depilarme los pelos ya salían y pinchaban horrores, y sobre todo ¿Por qué me veía más bonita sin pelos en las piernas? Miré mis piernas y no entendí porqué me esforzaba tanto en eliminar aquellos pelillos, así que decidí investigar.
En el Papiro de Ebers, un tratado egipcio que data del 1500 A.C y que resulta ser la mejor recopilación sobre medicina egipcia, se describe, por ejemplo, los rituales de depilación por el que pasaban faraones, sacerdotes y cortesanos. Tanto mujeres como hombres se depilaban en el Antiguo Egipto como signo de pureza. En la cultura romana, destacaban las termas como lugares dedicados al ejercicio y cuidado físico, y entre las actividades que realizaban hombres y mujeres se encontraba la depilación. Además, se han encontrado artefactos depilatorios como las volsellas (pinzas) o cremas hechas a partir de brea y resina.
En la Edad Media, sin embargo, la depilación pierde ese carácter ritual, incluso de realización colectiva o como signo de pureza y pasa a ser un aspecto sin importancia. Incluso el vello corporal en los hombres pasaría a ser un signo de rudeza y por lo tanto de masculinidad. Cabe destacar que las meretrices de la Edad Media sí solían depilar sus partes bajas para evitar, por ejemplo, la presencia de piojos, aunque luego utilizaban como método de protección un merkin, es decir, una peluca púbica.
Así, llegamos a 1915, cuando aparece un anuncio en la revista Haper’s Bazaar, una revista fundada en 1867 y que, de hecho, sigue existiendo a día de hoy. En dicho anuncio se mostraba la fotografía de una mujer con los brazos levantados y las axilas depiladas junto a la siguiente frase: La moda para el verano y el baile moderno se combinan para hacer necesaria la eliminación del molesto vello. Conforme se fueron popularizando los vestidos de tirantes, las faldas cortas y las medias transparentes a principios del s.XX, se fue estipulando y haciendo necesario el que cada centímetro de piel que quedase al descubierto en el cuerpo de la mujer estuviera depilado.
En su momento se diría que era una moda, pero esa moda lleva al parecer más de cien años condicionando el cuerpo de la mujer, hasta llegar al punto de que la escasez de vello corporal sea un signo de feminidad y que en función de esta se mida el grado de valía de una mujer.
Tras darme cuenta de que en realidad no había ningún motivo por el que yo debiera depilarme, decidí levantarme, salir del baño y bajar a la piscina con mis incipientes pelillos. Decidí que desde ese momento iba a ser libre y que no iba a volver a realizar la tediosa y dolorosa tarea de depilarme.
El vello está en nuestro cuerpo para protegernos y al eliminarlo nos exponemos a irritar la piel y cuanto más sensible sea la zona, más probable es que causemos cortes, quemaduras o heridas. Como indica la Doctora y ginecóloga Marie Claude Benattar estas heridas o microcortes puede causar abscesos (acumulación de pus, interna o externa, en un tejido orgánico) o forúnculos (inflamación localizada en la piel, debida a la infección de un folículo piloso y que presenta forma abultada o puntiaguda de color rojo). Y puede favorecer la aparición de infecciones.
Tras un año, como me dijo una compañera maravillosa, me veo más natural y bonita que nunca. Pero no puedo evitar pensar en aquella niña de trece años que se pasaba horas en el baño revisando que no hubiera ni un solo pelo que se fuera a ver al llevar bikini; en aquella niña de dieciséis años que tanto daño se hizo depilándose sus partes íntimas preocupada por lo que su pareja pensase si veía su vello púbico; y en aquella chica de diecinueve años que tan nerviosa salía a la calle al empezar a dejar de depilarse.
Tampoco puedo evitar pensar en todas las niñas que al llegar el invierno se alegran de vestir pantalones largos y medias opacas para poder dejar de depilarse; o en todas las niñas que por tener más vello corporal, no querer depilarse o que sus familiares no las dejaron por ser muy jóvenes, recibieron bulling.
Son muchos los factores que nos han llevado a la situación actual. Tanto la propia tradición y moda establecida a lo largo de la historia, como todas las imágenes que desde la televisión, el cine, el porno, las revistas, etc. nos llegan. Crecemos con modelos y ejemplos que se suponen nos enseñan desde niñas lo que nuestro cuerpo debe ser, y me entristece notablemente que tengamos que pasar por dolor o vergüenza y que desde un principio no podamos ser libres. Nuestra compañera feminista, Sara Riveiro, ha compartido con nosotras su experiencia personal:
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Por suerte a día de hoy solo me he topado con algún comentario sutil hacia el estado de mis piernas, pero espero que este gesto sirva para algo más que para recibir opiniones sobre mi higiene, que como entenderéis nada tiene que ver. Nadie cuestiona la higiene de un hombre por el simple hecho de que no vaya depilado. No podemos ser aquello que no vemos, y si crecemos observando una «aparente normalidad», al final pensamos que esa es la única opción. Mucha gente dice: pues si alguien no se quiere depilar, que no lo haga. Pero esto es una simplificación de la realidad que exculpa a todos los factores que en ella se implican.
No es algo tan fácil como una decisión personal, es darnos cuenta de que todos los medios de comunicación lanzan constantemente, miles de veces al día, imágenes de cuerpos normativos (donde el vello corporal, estrías, arrugas, etc. no tienen cabida cuando es la realidad); que en la escuela no nos enseñan a conocer nuestro cuerpo; que al final crecemos replicando lo que hacen nuestros mayores. Ojalá el día de mañana una mujer con vello corporal no sea noticia y todos los jóvenes crezcan pensando que tan normal es depilarse como no hacerlo.

En definitiva, espero, que, al igual que ahora correspondo a lo que mi cuerpo es y me pide, este gesto pueda servir de ejemplo para que cualquier otra persona decida dar el paso de ser sincera consigo misma y de quererse tal y como es; y para que si alguien conoce a una persona que ha decidido no depilarse, por ejemplo, o reivindicar su libertad de algún otro modo, entienda lo que significa y lo que implica en la sociedad en la que nos encontramos.


6 Comentarios
Laura
Dejad las tonterías que ya tenéis una edad, me parece genial que decidáis dejar la depilación, pero no ensucieis el feminismo con actos tan estúpidos, dudo mucho que Clara Campoamor o Victoria Kent se hubiesen preocupado por tener o no pelos, luchad por igualdad salarial y dejad el postureo para las pseudoprogres de 15 años que ansían diferenciarse del resto con métodos tan absurdos como el que acabo de leer. Y ya sólo por higiene al menos los de los sobacos estaría bien eliminarlos, pero cada cual decide claro que sí. Si tenéis algo de tiempo en tan apretada agenda periodística, interesaos por la prostitución y tráfico de mujeres, por la publicidad sexista y los feminicidios ocurridos en Ciudad Juárez que digo yo, demuestran, mucha más desigualdad a que Juan tenga pelos en las piernas y Marta no. Totalmente irrelevante.
Las gafas violetas
Muy buenas Laura. Desde la revista queremos comentarte que pretendemos tratar todos los aspectos en relación a la libertad de la mujer y todo aquello que la oprime en la sociedad, pero para tratar todas esas injusticias necesitamos tiempo. Si ha surgido este artículo ha sido tanto por la importancia que consideramos que tiene, como por la propia proximidad del tema con las lectoras más jóvenes e incluso con las propias redactoras de la revista. Por supuesto que trataremos temas tan graves como los que has nombrado, pero esos temas incluso necesitan de una investigación que todavía no podemos financiar. Te instamos a seguirnos y a apoyarnos para que algún día podamos financiar grandes reportajes sobre esos temas, que son una horrible realidad. Muchas gracias por tu comentario y aconsejamos que intentes leer de nuevo el artículo detenidamente, que hables con gente de tu alrededor o investigues sobre el tema para que veas que si merece la pena tratarlo pues es la realidad de muchas niñas, chicas y mujeres.
Un saludo de parte de Las Gafas Violetas.
Anónimo
Yo me hice un corte en los huevos cuando me depilaba y tampoco sufrí horrores. De hecho, la única razón por la que lo recuerdo es por una anécdota y no por el dolor.
Todo el mundo está en su derecho de decidir si quiere depilarse o no, pero tampoco es cuestión de desinformar ni de mentirnos a nosotros mismos.
Para empezar, sí es una cuestión de higiene. No es verdad que la «no-depilación» prevenga las infecciones que pueden surgir de cortes y roces. De hecho, según numerosos y numerosas dermatólogos y dermatólogas, siempre y cuando mantengamos unas rutinas de higiene y aseo, es más fácil prevenir infecciones en la piel si se encuentra depilada. No hacen falta especiales cuidados: con ducharse con jabón una vez al día es suficiente.
Por otro lado, no es algo a lo que tengáis que poner fin las mujeres, más que nada porque todos los hombres que aparezcan en cualquier anuncio o película de alto presupuesto van a llevar las piernas depiladas. Así como en deportistas de élite. Cada vez más hombres se depilan; ¿por qué? Simplemente porque es estético. Todo lo que vemos tiene estética, desde la comida hasta el cuerpo humano. Es más fácil llevarse a la boca un plato perfectamente presentado, que un plato de un restaurante de mala calidad en el que no sabes ni que te han echado. Simplemente por el aspecto de la comida. Igual pasa con el arte, el deporte, y… ¡Oh! Con la apariencia de las personas. Y, efectivamente, es más atractivo un cuerpo depilado que uno que no lo esté, por mucho que a algunos les duela en el alma.
Y no trato de obligar a nadie a depilarse. Simplemente, son las razones por las que las mujeres y hombres se depilan: estética e higiene. Luego, cada cual elige si prefiere gastarse sus ahorros en cuchillas (las mías valen 5,90 un paquete de 10).
Las gafas violetas
Muy buenas anónimo. Desde la revista queremos comentarte en primer lugar, que no nos referimos a que el que haya vello impida las infecciones por cortes, sino que es precisamente los cortes causados por la depilación y más en partes sensibles, como son , por ejemplo, los labios inferiores de la vulva, los que decimos que se pueden infectar. Efectivamente, como comentas, en la antigüedad la depilación y el afeitado ayudaban a mantener la higiene, como, por ejemplo, la presencia de piojos, como se comenta en el artículo. Repito que nos referimos a los cortes o heridas surgidos de la depilación y las consecuencias de abscesos o forúnculos que pueden provocar. En segundo lugar, hay mujeres que, por ejemplo, tienen mucho vello corporal, y mientras que hay hombres que aun teniendo mucho vello se les considera atractivos, el vello corporal de la mujer desbanca otros aspectos. Te instamos a cuestionar y a reflexionar sobre tu afirmación: ¿Por qué «efectivamente, es más atractivo un cuerpo depilado que uno que no lo esté»? Esa es precisamente la reflexión que queríamos provocar en las personas lectoras de nuestra revista. Ese es el cuestionamiento que tenemos que hacer de la realidad y asumir que en muchos casos, muchas mujeres se ven obligadas a pasar horas de su vida eliminando algo natural solo por encajar en un canon.
Un saludo de parte de Las Gafas Violetas
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