
La ficción que representa los casos de abuso sexual de Hollywood
Esta publicación habla sobre la serie Bojack Horseman y NO contiene spoilers
“Todas las mujeres sois iguales. Hacéis esas acusaciones tan generales para llamar la atención sobre vosotras y luego, cuando no tenéis pruebas, os largáis”. Así acusa a las mujeres, que afirman haber recibido abusos por parte de un famoso, uno de los asistentes a la presentación del libro Caballo de Batalla en Alaska en el séptimo episodio de la segunda temporada de la serie Bojack Horseman. La acción se desarrolla cuando, tras ser preguntada por las partes más oscuras de la vida de los famosos, uno de los personajes principales, Diane Nguyen, la escritora, hace referencia a Hank Hippopopalous, un famoso presentador de Hollywood acusado de abusos sexuales por parte de varias de sus empleadas.

No sería la primera vez que la controvertida comedia de Netflix Bojack Horseman trata temas feministas y problemáticas de las mujeres en el marco “hollywoodiense”. La serie, transcurrida en Los Ángeles, sigue las desgracias y desventuras de Bojack Horseman, un actor de la gran industria que tras hacer una serie familiar en los noventa ha pasado un tiempo a la sombra y parece recuperar su carrera. El híbrido mitad hombre mitad caballo estará acompañado de sus amigos o compañeros de entorno. Entre ellos, su agente Princess Caroline, una gata; la escritora de sus memorias y su amor platónico, Diane Nguyen, anteriormente mencionada; Tod Suarez, un veinteañero fracasado e inmaduro que vive en su casa; y Mr. Peanutbutter, un perro rival que protagoniza series muy parecidas a las suyas y que está casado con Diane.
A través de un humor trágico, la serie nos narra las principales problemáticas de Hollywood tales como: casos de abusos sexuales o de poder, la supremacía del capital, el precio de la fama, los niños que se convierten en juguetes rotos, el sensacionalismo mediático o la prostitución.
En concreto, este séptimo capítulo de la segunda temporada nos sirve para abordar uno de los mayores problemas de la gran industria del espectáculo y que, en estos últimos días, la ha sacudido: los abusos sexuales por parte de importantes figuras masculinas hacia sus empleadas. En el episodio, Hank Hippopopalous, un famoso y querido presentador, habría sido acusado hasta en ocho ocasiones de abusos sexuales por parte de sus empleadas. Sin embargo, todos los casos quedaron archivados y las mujeres desaparecieron permitiendo que la estrella continuase con su carrera. Años más tarde, tras una agitada presentación de su libro, Diane rescata estos casos y trata de hacer comprender al mundo el error que supone seguir venerando al artista. Lo más escabroso es que, a diferencia de otras series como Los 100, la realidad que muestra Bojack Horseman no es solo un caso de ficción, sino una realidad que atormenta Hollywood.
Recientemente han salido a la luz dos casos escandalosos de abusos sexuales. Serían el de Harvey Weinstein y el de Kevin Spacey, que se unen a otros tantos, muchos conocidos y los que quedan por conocer. En el caso de Weinstein habrían sido sobre 80 las mujeres que le acusan de distintos tipos de abusos sexuales. Algunas de ellas como la actriz de origen español Paz de la Huerta alega que fue violada dos veces.

El caso de Weinstein no se ha parecido al que nos presenta el episodio de la serie de Netflix. A diferencia de Hank Hippopopalous, Harvey ha sufrido las consecuencias de haber cometido esta clase de crímenes. Las graves acusaciones de más de medio centenar de mujeres han provocado la reacción de las masa que ha empezado a verle como un auténtico criminal y han hecho caer su carrera. El productor ha sido despedido de su puesto y vetado de las empresas. Sin embargo, han tenido que pasar más de veinte años para que esto ocurriera. Esto se debe a una de las características comunes que suceden en la conducta de las víctimas que sufren este tipo de agresiones. Las afectadas no denuncian los hechos cuando estos suceden sino que pasan años hasta que se atreven. Sucede, por una parte, debido a la vergüenza que supone ser víctima de este tipo de sucesos. El victim blaming al que se les expone o el hecho de poder ser desacreditada echa para atrás a las víctimas. Por otra parte, sienten miedo de que su carrera profesional acabe porque el autor de los hechos, en una clara posición de superioridad, le ponga fin o acaben siendo odiadas por las audiencias.
Al no tratarse de un hecho aislado, sino de algo sistemático, se puede atisbar que cuando unas pocas se atreven, todas lo hacen. Un conjunto de mujeres parece aportar más credibilidad mientras que una es fácilmente desacreditada. Solo hace falta mirar en qué casos el acusado recibe un castigo social. Weinstein recibe su merecido, pero hacen falta ochenta mujeres para creer el testimonio de una sola. De hecho, cuando aún eran pocas las actrices que denunciaban, las anotaciones que se podían leer en las secciones de comentarios de los medios se decantaron por pensar que se trataba de “cuatro aprovechadas” que buscaban hundir la vida de un hombre.
Este comportamiento social tiene su propio reflejo en la serie de animación que venimos tratando cuando uno de los asistentes a la presentación del libro de Diane afirma “no se lo que pasó con sus asistentas. Parece que cogieron el dinero y no les importo arruinar la vida de un hombre”. Es evidente que este personaje representa a esa parte mayoritaria de la opinión pública que se rehúsa a creer a la víctima y prefiere aceptar que lo que buscan es aprovecharse de la fama de un “pobre hombre”.
Sin embargo, parece que a medida que la lista de nombres crecía la opinión de las personas iba cambiando y decantándose por creer a las víctimas. Este caso concreto, el de Weinstein, nos demuestra que son necesarias ochenta mujeres para que la opinión pública las crea. Algo que no suele ocurrir cuando es solo una víctima la que denuncia la agresión. Un caso significativo y también ligado a Hollywood es el del Woody Allen. Allen fue acusado en 2014 de violación por parte de su hija adoptiva. Si bien es cierto que se abrió una investigación hace veinte años, también lo es que, a pesar de encontrar pruebas suficientes se cerró sin mayor investigación. Dylan Farrow buscaba alertar a la sociedad de la criminalidad de un hombre que habría conseguido salir impune de la agresión cometida. Al consagrado director de cine le bastó con negar los hechos para que la opinión pública le creyera y poder continuar con su carrera sin dificultades aparentes.
Otro hecho recurrente es la manera en que los medios se hacen eco de estas noticias. Cuando muchas son las mujeres que denuncian también los medios lo hacen tratando de llegar al fondo de la historia. Cuando una sola es la persona que acusa los medios tratan la situación como un “la palabra de ella contra la de él”. Y aunque esto pueda estar justificado en la ética periodística y la presunción de inocencia, lo cierto es que la clara superioridad de uno de los dos personajes en la historia conduce a que la sociedad se decante por este. La falta de contexto promovido por los medios sobre la problemática de estos crímenes aumenta este hecho.
Como he mencionado antes, es común hacer victim blaming a las afectadas. Los comentarios más habituales en el caso de Weinstein son “ya sabían que Harvey era así, el tenía esa fama”. Y es cierto que el productor tenía una reputación ligada al sexo y las mujeres. Pero como afirman algunas de las afectadas entre las mujeres la reputación que se le atribuye no es la de violación sino la de mujeriego. Sin embargo, los hombres de Hollywood si parecían estar al tanto. Entre ellos, el director Quentin Tarantino afirmó en una entrevista “sabía lo suficiente como para hacer más de lo que hice”. De hecho, ha quedado claro que Hollywood ya sabía del carácter de predador sexual del productor.
Es importante lanzar una pregunta cuyo ejercicio de reflexión podría hacernos ver la situación con más perspectiva: ¿cuál es la imagen que da una industria que aún conociendo de lo que es capaz una persona y lo que ha hecho no habla de ello ni lo retira de sus cargos hasta que se produce un escándalo? ¿Una imagen de desinterés hacia las víctimas y que prioriza el capital? ¿La de una industria androcéntrica donde los hombres importantes pueden hacer lo que quieran con las mujeres, enseñando a la población a acusarlas de mentirosas con tal de no hundir a su estrella?
Como se acierta al decir en el capítulo de Bojack Horseman “cuando se sabe lo que un monstruo como ese hace, y sigue saliendo en televisión y siendo importante le estamos enseñando a los jóvenes que la reputación de un hombre es más importante que las vidas de las mujeres que ha arruinado”


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