
Ursula K. Le Guin, la reina de la literatura de ficción
Incansable era la curiosidad antropológica que sentía la escritora Ursula K. Le Guin. Desde muy pequeña, e inspirada por su padre, el reconocido antropólogo Alfred Kroeber, habría sentido una gran filia por la configuración de las diferentes sociedades y la manera en que se estructura el mundo. También por la literatura y, especialmente, por la escritura, pues ya a temprana edad se dedicaba a hacer escritos de diferente tipo y, según afirmó en varias ocasiones, desde pequeña soñaba con dedicarse a ello. Siempre fascinada por la fantasía y la ciencia ficción, consiguió una extensa obra bibliográfica sobre este género, caracterizada por la increíble maestría narrativa de la autora. Todo esto ha llevado a la escritora a ser reconocida como una de las mejores del siglo XX en este campo y con una trayectoria comparable a la de otros grandes nombres de la literatura de ciencia ficción como Isaac Asimov y Arthur C. Clarke.
Por desgracia, el pasado lunes 22 de enero Ursula K. Le Guin falleció a los 88 años en su casa de Portland. Según su hijo, Theo Downes-Le Guin, la escritora sufría un problema de salud que la llevaba asolando durante meses. Un llanto amargo para sus numerosos fans repartidos a lo largo del globo terráqueo, pues su obra se tradujo a un total de 40 idioma con millones de ventas.

A pesar de ser reconocida como autora de ciencia ficción, a la escritora no terminaba de gustarle que se encerrasen sus creaciones bajo esta denominación, pues afirmaba que sus libros iban más allá de las historias de aventuras y la invención de un mundo para adentrarse en los complejos entresijos de la configuración social y las tendencias que ocupan gran parte de las reivindicaciones en esta materia como el feminismo, la preocupación medioambiental o el pacifismo. Principios que, junto con el anarquismo, se veían reflejados en su obra a través de sus personajes, las acciones de estos y las tramas en que se veían envueltos.
Aunque todas sus novela haga gala de un elegante toque feminista, lo cierto es que existe una obra que transciende precisamente por el tratamiento del género y la sexualidad. Escrita en 1969, La mano izquierda de la oscuridad nos permite acompañar a Genry Ai, un diplomático humano enviado al planeta Gueden, más conocido por el sobrenombre de Invierno debido a las gélidas temperaturas, para tratar

de contactar con sus habitantes, que son bastante peculiares pues se trata de seres hermafroditas que adoptan uno u otro sexo exclusivamente durante la época de apareamiento.
Se trata, por tanto, de seres inteligentes que de forma habitual carecen de sexo y que
pasarán por ambos a lo largo de su vida. Nos presenta Ursula K. Le Guin una sociedad carente de la estructuración de género característica de nuestra sociedad con la intención de, según afirmó en una entrevista para El País en 2012, «mostrar que la humanidad no está en el sexo, ni en uno, ni en otro».
También presenta en su obra una sociedad sin guerras, una forma de buscar el poder, honor y control que la escritora atribuye a los hombres y la competición «básica y primitiva» que establecen con otros. Algo que, a pesar de esta presente en algunas mujeres, cataloga de tendencia masculina y asociada a la virilidad.
Es precisamente el protagonista del relato, Genry Ai, un «esclavo de su propia virilidad», en palabras de la estadounidense, y de ahí deviene su pobreza e incapacidad de entender la estructuración de un mundo como Invierno en que la ausencia de sexos fisiológicos impide que se cree una sociedad binaria como la nuestra. En cuanto a los personajes masculinos habitantes de Gueden, estos carecerán del carácter agresivo y basado en la fuerza física que siempre se ha atribuido a lo viril y masculino.

Por otra parte, podría decirse que aborda el tema de la sexualidad al proponer que los miembros de la sociedad de Invierno, al no tener un género fijo, mantienen relaciones sexuales con otros del mismo sexo sin que esto sea realmente algo determinante.
Una oda al pacifismo, la libertad sexual y la igualdad de géneros que pasará a la posteridad acompañada de una interesante y reflexiva trama.
Completan el círculo de obras muy reconocidas de la autora Los desposeídos, El nombre del mundo es bosque y El mago de Terramar, novelas en que se puede seguir de cerca la actitud y principios de una mujer que nunca se cansó de reivindicar por la igualdad de género, razas y la posibilidad de resolver los problemas mediante el diálogo y búsqueda de soluciones, descartando el conflicto armado.
Cuando le preguntaban sobre el feminismo Le Guin manifestaba haberse sentido identificada durante muchos años con la etiqueta de feminista, aunque en sus últimos años de vida decía no tener claro cuál era la definición de esta palabra. Sin embargo, afirmaba que si ser feminista «es ser alguien que piensa que el género es en gran medida una construcción social, y que nada justifica el dominio de uno sobre otro» entonces ella lo era.
Abandona el mundo una mujer que muere reivindicando y que, haciéndose un hueco en el gran mundo de los hombres, logra consolidarse como la reina de la literatura de la ciencia ficción, dejando a sus espaldas un legado marcado por una obra que persigue que todo el mundo pueda identificarse con ella sin importar su raza o género.

