
La magia de Naomi Kawase

Intimidad, ternura, profundidad, elegancia, dulzura, emoción, sutileza, sencillez y verdad, mucha verdad. Esos son los ingredientes necesarios para crear la magia que desborda Naomi Kawase, cineasta y escritora nacida en la primavera de 1969 en Nara, Japón. La riqueza de sus películas resulta asombrosa y resulta difícil creer que su nombre pase tan inadvertido.
La delicadeza que caracteriza todos y cada uno de sus filmes y documentales está directamente relacionada con su pasado. Cuando era niña fue abandonada por sus padres tras su divorcio y fue criada por su tía abuela. Sus primeros trabajos eran prácticamente autobiográficos, estaban inspirados en sus propias vivencias y se ambientaban en un entorno rural. Su sensibilidad y su gran mundo interior, junto al dolor que supo canalizar, han dado lugar a piezas artísticas de gran belleza estética, poética y visual. Su obra gira en torno a la búsqueda de la identidad, los orígenes del ser, la vida íntima y los sentimientos intrínsecos al ser humano.
Después de licenciarse en la Escuela de Fotografía de Osaka en 1989, ejerció como docente cuatro años hasta decidir que quería centrarse al cine. En el año 1997 fue la cineasta más joven de la historia premiada en Cannes por su película Moe No Suzaku.
Entre su lista de documentales podemos destacar, por ejemplo, Ni tsutsumarete, que aborda la búsqueda de su padre; Katatsumori, que trata de la tía abuela que la cuidó; Tarachime, sobre su embarazo y parto; Tsuioku no dansu, los últimos días de la vida del fotógrafo Nishii Kazuo, enfermo de cáncer. Entre sus filmes es muy conocida Una pastelería en Tokio, la tierna historia de un pastelero de dorayakis que accede a ser ayudado por una anciana que promete conocer el arte de estos dulces tradicionales o Hacia la luz, una historia de amor entre una peculiar mujer y un fotógrafo que comienza a quedarse ciego. Además, dos de sus películas están basadas en libros que ha escrito previamente. Las historias reflejan personajes con mundos interiores asombrosos, profundos, con preocupaciones y temores, además de mujeres sin miedo a sentir, que son invitadas a ser plenamente sin limitarse, fuertes y valientes.
Es verdaderamente necesario entender que no faltan mujeres cineastas, el problema es que se las relega al olvido, invisibiliza y menosprecia. El mundo está lleno de ellas y tienen mucho que decir. En este caso, Kawase es fascinación visual y es ver para creer. Que se haga la magia…
