Cultura

El terror del fantasma femenino en tres leyendas de Japón

La creencia en seres inmateriales y espirituales ha estado presente a lo largo de nuestra historia de las formas más variadas posibles. Un dios, un fantasma u otras criaturas han llegado hasta nuestros días a través de la mitología, la tradición oral, la literatura, el teatro y las películas, muchos en forma de espeluznantes historias. Y algunas de las leyendas de terror más destacadas proceden de la cultura japonesa, cuyo folclore se caracteriza por la gran variedad de criaturas sobrenaturales. Estas son los llamados yokais.

Los yokais se clasifican en función de la forma que adopten. En primer lugar, están los que tienen apariencia de animales; en segundo lugar, los tsukumogami, que son los que se encuentran en objetos cotidianos, como paraguas, vasijas, tazas, etc.; en tercer lugar, aquellos que son lo que en occidente denominaríamos monstruos, como ogros, duendes, etc.; y por último, los que tienen forma humana.

En esta última categoría encontramos yokais que han ocupado cuerpos humanos maldecidos mientras estaban vivos y los yūrei, que son los fantasmas de personas que murieron atormentadas y que vagan por el mundo si además van buscando venganza, se les denomina onryō. Y la mayoría de yūrei y onryō tienen una cosa en común: son mujeres.

A continuación vamos a ver otros patrones que se repiten en estos personajes femeninos aterradores a través de la historia de Kuchisake Onna, Hone Onna y Kashima Reiko

Kuchisake Onna

Su nombre se traduce como “mujer con la boca cortada”. Una vez existió en Japón una mujer de gran belleza que era constantemente increpada por los hombres para que se casara con alguno de ellos. Y aunque finalmente se casó con un samurái, las propuestas sexuales y de matrimonio no cesaron. Ella rechazó a todos hasta que su marido se fue durante años a la guerra, momento en el que cansada de estar sola, decidió hacer caso a todos aquellos amantes.

Cuando terminó la batalla el samurái decidió volver a su casa, no sin antes celebrarlo con sus compañeros. Aquella noche, entre copas, uno de sus amigos le habló de una mujer muy bella que solo aceptaba a los hombres más guapos, poderosos y adinerados. El samurái quiso probar suerte con la misteriosa mujer. Sin embargo, cuando llegó a la mansión de esta, descubrió que era su propia casa. Totalmente furioso, entró y atravesó con su katana (espada japonesa) al hombre que yacía en la cama con su mujer. Y a ella que miraba horrorizada, cogiéndola por el cuello, le rajó la boca de un extremo a otro mientras le decía: a ver si ahora te consideras hermosa. Unas historias cuentan como la mujer murió desangrada, y otras terminan contando que tras el ataque ella decidió suicidarse.

Hoy en día, ha habido numerosos reportes de personas que han aparecido asesinadas en las calles de Japón o Corea con las mismas mutilaciones en la boca que Kuchisake. Según testimonios, el fantasma es una mujer bella que se acerca en la noche a los transeúntes solitarios preguntando: ¿Soy bella? Si la persona contesta que no, por la ofensa Kuchisake le rajará la cara hasta matarlo. Si contesta que sí, se quita una máscarilla que lleva y vuelve a preguntar: Y ahora, ¿soy hermosa? Si la persona, ante las horrorosas heridas responde que no, o grita, el desenlace es el mismo. De manera que, según la leyenda, la única forma de salvarse es responder con naturalidad a ambas preguntas o decir en la primera pregunta que tienes prisa por un asunto importante, ante lo cual Kuchisake se disculpará y te dejará marchar haciendo gala de sus buenos modales.

Hone Onna

Su nombre se traduce como “mujer de hueso» o “mujer esqueleto”. La historia de este yokai empieza con una mujer muy hermosa, llamada Tsuyu. Tsuyu trabajaba como geisha (mujer artista tradicional japonesa). Su marido acarreaba fuertes deudas y un día para saldarlas vendió a su mujer a un burdel. Ella intentó escapar del burdel en numerosas ocasiones sin éxito, pero la última vez que lo intentó, una compañera la delató y uno de los hombres de burdel la asesinó y tiró su cadáver al río.

Así es como nace Hone Onna, quien sale cada noche del río para pasearse por calles solitarias, y engatusar con su apariencia a los hombres que se dirigen a la zona de los burdeles. Y como si fuera una persona de carne y hueso se acuesta con ellos, de forma que les va robando el alma y la energía vital hasta matarlos. Muchos cuentan que criados, amigos y familiares han descubierto a los hombres mantenido relaciones sexuales con la Hone Onna, sin embargo, a diferencia de la hermosa joven que el hombre está viendo y besando, estos observan a un esqueleto moviéndose. Resulta que cuánto más descompuesto está el cuerpo de Tsuyu, más hermoso es el yokai, y más poderosa es la ilusión en la que hace caer a sus víctimas. Con bendiciones o amuletos puede lograrse que  no entre a la casa, pero volverá una y otra vez hasta lograr matar a su objetivo.

Kashima Reiko

Esta última historia, es la más reciente de todas. A mediados del siglo XX una joven estudiante universitaria, se dirigía a la estación de autobús para volver a casa tras salir de la universidad. Era invierno, ya había anochecido y la estación de autobús se encontraba muy solitaria, excepto por un grupo de hombres. Uno de estos se acercó y le preguntó cómo se llamaba, cuando contestó, la abofeteó de tal manera que la dejó inconsciente. Cuando Reiko despertó notó como le desgarraban la ropa, como la sujetaban retorciéndole piernas y brazos y como cada uno de los hombres del grupo la violaba sin parar. Del dolor y el sufrimiento volvió a desmayarse.

Cuando despertó de nuevo estaba sola y tirada en el baño. Le dolía todo el cuerpo y un charco de sangre manchaba sus piernas. Pidió ayuda con todas sus fuerzas pero nadie acudió. Salió del baño arrastrándose como pudo, con la mala suerte de que cayó a las vías del tren. En ese momento pasó el tren y le diseccionó las piernas. Un guardia de seguridad que descubrió el desmembrado cuerpo, cogió un plástico y lo tapó hasta que llegasen las autoridades. Sin embargo, no se había dado cuenta de que Reiko todavía no estaba muerta, que el frío había impedido que se desangrara rápidamente y que seguía pidiendo ayuda con un hilo de voz, hasta que finalmente falleció.

La historia cuenta que en los baños de estaciones, universidades u otros puede que de repente escuches que alguien llama a tu puerta y te pregunta: ¿Dónde están mis piernas? Si contestas que no lo sabes o cualquier otra cosa verás cómo se cuela y te ataca el cuerpo mutilado de Kashima Reiko. De hecho, a este yokai se le ha denominado popularmente Teke-Teke, que es la onomatopeya japonesa utilizada para referirse al sonido que hacen las uñas de Reiko cuando se arrastra por el suelo para desplazarse. Cuentan que si le respondes que sus piernas están en la Estación de Meishin, ella te preguntará: ¿Quién te lo dijo? Y si respondes Kashima Reiko no te atacará y se marchará.

El maltrato, la violación o el asesinato se repiten constantemente en las historias. Además, ejercidos por hombres ya sean maridos, amantes o desconocidos. El sufrimiento siempre viene provocado por situaciones relacionadas con hombres y el sexo. Pero no son escasas las historias donde el fantasma atormentado deambula buscando un marido al que desposar (historia de Ohaguro Onna) o un hijo que criar (Ubume o Ame Onna).

Sin embargo, la característica que se ha perpetuado hasta el cine actual es que este fantasma femenino vuelve de la ultratumba para vengarse. Si bien la venganza es llevada a cabo por los hombres en vida, dando lugar a afamados asesinos, parece que esto se reserva para las mujeres una vez que han fallecido. Más allá de la cultura japonesa, Alejandra Guzmán Almagro, doctora en Filología Clásica explica que “una de las cosas de las que me he dado cuenta leyendo toda la literatura desde la Antigüedad hasta los siglos XVI y XVII es la poca presencia femenina en la historia, que luego se reivindica más allá de la muerte. El fantasma femenino empodera de alguna manera a la mujer. Desde la época romana se narra cómo esposas y madres que sufrieron las afrentas de los hombres, fueron asesinadas o murieron en circunstancias trágicas, cuando regresan como fantasma tienen más poder del que tuvieron en vida”.

Puede ser que este poder, que consigue la mujer una vez que ninguna norma hecha por el hombre la puede detener, sea la razón de que el fantasma femenino resulte tan aterrador e indestructible. En películas, como The Ring, en Estados Unidos o Ringu en Japón, el fantasma vengativo de Samara (versión estadounidense, asesinada por su madre) o Sadako (original versión japonesa, asesinada por su padre) en sí no puede ser destruido, solo alejado cuando se hace una copia de la cinta de vídeo en la que se encuentra y se pasa a otra persona. En las saga de películas Ju-on, el fantasma de Kayako y de su hijo Toshio asesinados por su marido y su padre, matan a todo aquel que se acerque o entre en contacto con la casa en la que murieron. Y de nuevo nada ni nadie puede terminar con la maldición, ya que los fantasmas se seguirán reencarnando y asesinando eternamente.

Esquema que se repite en las películas donde esposas, prostitutas, muñecas o niñas vuelven para vengarse, así como en las películas en las que se han adaptado las leyendas de Kuchisake Onna y Kashima Reiko.

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