
No solo duelen los golpes, el monólogo contra la violencia machista de Pamela Palenciano
Si os vais de aquí sintiendoos incómodas entonces he conseguido mi propósito. Esta es una de las frases con las que Pamela Palenciano comienza su monólogo. Una sola silla en el escenario atrae todas las miradas hasta que ella aparece. Las risas no tardan demasiado en empezar, pero lo cierto es que, detrás de ese humor tan suyo, se encuentra una historia que impacta y cala hasta los huesos. No tanto porque sea dura, que lo es, sino porque puede resultarnos muy familiar.
En este monólogo ella cuenta la vida de una mujer que tristemente puede extrapolarse a la vida de muchas otras. Ella se representa a sí misma para contar cómo desde los doce años, y hasta los dieciocho, vivió en una relación marcada por la violencia machista. Entre bromas y risas del público, Pamela se enfunda en su capucha, transforma sus andares y cambia su voz para presentarnos a Antonio, dos años mayor que ella, y su futuro maltratador. Su vida cambia por completo a partir de este punto. Lo que en un comienzo parecía amor poco a poco fue introduciéndose en el círculo de la violencia machista. Ella se fue alejando de lo que le gustaba y lo que le hacía feliz. Se alejó de Pamela y se convirtió en “la novia de”.
Vivió en esa telaraña durante años. Empezó a creer cada insulto, cada menosprecio. Los interiorizó y los hizo suyos. Pamela quiso explicar al público cómo es posible que suceda todo esto.
—Lo que pasa es que el hombre está aquí —dice, al tiempo que alzaba el brazo izquierdo sobre su cabeza—, y la mujer está aquí —termina, mientras colocaba el otro brazo a la altura de sus hombros, dejando clara la diferencia entre ambos.
De esta forma tan visual ella explica la desigualdad entre hombres y mujeres. Arriba están los privilegiados, los hombres, y abajo se encuentran las mujeres, en una clara posición de inferioridad y opresión. Este es el sistema patriarcal, el cual, en una suerte de matrimonio con el capitalismo, permite que existan todas estas desigualdades, roles y violencias por razón de género.
En este monólogo teatral, Pamela Palenciano propone, desde una experiencia de pareja en la que vivió maltrato, abuso y sometimiento al poder y la violencia de la masculinidad patriarcal, una mirada al tipo de relaciones que mantenemos en el marco del patriarcado, construyéndolas y padeciéndolas.
Así, Pamela Palenciano habla de su historia pero también de los mitos del amor romántico. Habla sobre cómo la mujer ha sido enseñada a esperar a su príncipe, sobre cómo se normaliza la violencia hacia ellas desde que son pequeñas. “Si te pega es porque le gustas”. Habla sobre cómo los celos se entienden como muestra de amor, sobre cómo se enseña a las mujeres a competir entre ellas. Todo esto lo hace acercándose al público mediante referencias a películas como Crepúsculo o Cincuenta Sombras de Grey, las cuales perpetúan todos estos mitos.
Pero con este sistema de gestos Pamela Palenciano no solamente es capaz de explicar el funcionamiento del patriarcado sino también todas las desigualdades existentes. Muestra la diferencia entre el rico y el pobre, entre el heterosexual y el resto de orientaciones, entre la gente cisgénero y la gente transgénero, entre gente europea y la latinoamericana, entre gente blanca y de color. Todo se basa en estos privilegios que unas personas ejercen sobre las otras.
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No solo duelen los golpes. Así se llama este monólogo, haciendo honor a las palabras que le dijo su psicóloga al entrar en terapia. Son las palabras que le quitaron la venda de los ojos. Tras repetir tantas veces el ciclo del abuso (ese en donde primero está la bronca, luego la agresión y después se pasa al perdón y a la reconciliación) Antonio dejó de formar parte de su vida. Sin embargo, Pamela Palenciano se abre en canal ante el público y admite que este tipo de relaciones van mucho más allá. Dejan una mella que no es fácil olvidar y así, cuenta cómo adquirió muchas actitudes de su maltratador con su siguiente pareja. Reprodujo el excesivo control, los celos y las inseguridades de Antonio.
La violencia machista deja unas marcas invisibles. El miedo, la culpa, el bloqueo emocional son solo algunas de ellas. La educación en estos casos es fundamental. Es necesario educar a la sociedad para que se deje de culpar a la víctima y para que ellas sean capaces de ver que el error no es suyo, que el problema no está en ellas, sino en la estructura social que perpetúa estas actitudes machistas y misóginas.
La vida acabó llevando a Pamela Palenciano a El Salvador, donde conoció a su actual pareja, Iván. Se acerca el final del monólogo y la pila de su altavoz deja de funcionar, pero ella sigue. Con Iván, admite, todo es diferente. De él aprendió un bello proverbio maya que comparte con el público: cuando dos corazones están cerca, se hablan con susurros. Pero, si están lejos, tienen que gritarse porque no se escuchan. Sea casualidad o destino, su altavoz había dejado de funcionar hace ya rato. Quizá los corazones que estaban en aquel salón de actos nunca lo habían necesitado.

