
Gerda Taro: Robert Capa también era una mujer
Muchas personas puede que conozcan a Gerda Taro como “la mujer de Robert Capa”, a pesar de que nunca estuvieron casados. De hecho, si hacemos una búsqueda rápida por Google veremos constantemente esta expresión. Pero Gerda Taro no era la mujer de Robert Capa. Gerda Taro era Robert Capa.
Ella fue la primera mujer periodista gráfica de guerra que cubrió un frente de guerra y, desgraciadamente, también la primera en morir por ello. Ella ideó el seudónimo de Robert Capa junto a su pareja, Endre Friedmann, y juntos fotografiaban bajo ese nombre, pero como suele pasar en la historia de las mujeres, ella quedó invisibilizada y olvidada.
Taro nació en Sttutgart como Gerta Pohorylle, el 1 de agosto de 1910. No eran buenos momentos para nacer en una familia polaca y judía. Así, en 1933, acabó emigrando a París, en donde empezó a trabajar en la agencia Alliance Photo. De esta forma, sería París la ciudad que le haría descubrir su vocación pero también el amor. Allí conoció a Endre, húngaro y, como ella, de origen judío.

En una Europa amenazada por el antisemitismo, Gerda supo que no podrían sobrevivir si no se creaban una nueva identidad. Así, ella ideó el nombre de Gerda Taro para sí misma y el de Robert Capa para Endre. Crearon a este personaje, un prestigioso fotógrafo norteamericano, al cual acabaría recurriendo para firmar sus fotografías no solo Endre sino también Gerda en muchas ocasiones. Por esto podemos decir que ella no solo aportó la idea sino también su conocimiento y destreza con la cámara, aunque esto es olvidado muchas veces.
EL MITO DEL PEQUEÑO ZORRO ROJO
En 1936 comienza la Guerra Civil española y juntos se trasladan a España para cubrir el conflicto. Gerda Taro se convierte así en una pionera fotoperiodista de guerra. Decidieron cubrir el conflicto no solo por cuestiones profesionales sino también sociales. Ambos se implicaron en la lucha antifascista y decidieron luchar por la causa de la República.

En España Gerda Taro se ganó el mote de “el pequeño zorro rojo”, no solo por el color de su pelo, sino por su habilidad para colarse entre los hombres en batallas y estar presente en primera línea de combate, poniendo el riesgo su vida para capturar la verdad de la guerra. Fue precursora de este estilo de fotoperiodismo, uno más cercano y emocional. Los protagonistas de sus fotografías son la muerte, las huidas y, en definitiva, el crudo sufrimiento del pueblo español.
Taro participó en gran medida en la Guerra Civil española. Era una apasionada y estaba muy preocupada por el sufrimiento del pueblo español. Era una especie decelebrity en Madrid, muy querida por los combatientes republicanos, quienes la apodaron Little Red Fox —Jane Rogoyska.
FALTA DE RECONOCIMIENTO

Robert Capa, como decíamos antes, fue un seudónimo que, al comienzo de la Guerra Civil, usaron tanto Gerda como Endre. Ambos compartieron cámaras, jornadas de trabajo y reportajes bajo la firma de “Photo Capa”. Pero poco después Gerda Taro empezó a reclamar su propio trabajo y se distanció profesionalmente de su pareja, comenzando a firmar las fotografías con el nombre “Photo Taro”. Parte de la invisibilización que ha sufrido el trabajo de Gerda Taro se debe efectivamente a este hecho, a compartir firma con su pareja. No se sabe con certeza quién disparaba cada foto y, de hecho, es más que probable que muchas de las fotografías que hoy se atribuyen a Robert Capa fueran disparadas por Gerda Taro.
En efecto, la que es probablemente la fotografía más conocida de la Guerra Civil española y una de las fotografías más importantes del siglo XX, Muerte de un miliciano, viene acompañada de polémica ya que en más de una ocasión se ha planteado que su autoría ha estado históricamente mal atribuida a Endre. La fotografía, tomada en la sierra de Espejo, en Córdoba, fue tomada por una Reflex Korelle, la cámara que usaba Gerda Taro entre agosto y septiembre de 1936, periodo de tiempo en el que la foto fue tomada. Sin embargo, la falta del negativo de la fotografía hace muy difícil esclarecer esta polémica.
LA PRIMERA EN MORIR EN UN FRENTE DE GUERRA

Obviamente el hecho de ser mujer hizo que su historia no se considerara tan importante como la de su pareja Endre. Además, siendo una fotógrafa que luchó por la causa republicana provocó que, junto al trabajo del resto de fotógrafos de izquierdas, gran parte de su recorrido quedara en el olvido. Así, el haber firmado bajo un mismo nombre, aunque definitivamente fue una de las principales razones que provocaron la invisibilización de su historia, también hay muchas otras causas a tener en cuenta, como su corta carrera profesional, que terminó tristemente en uno de esos frentes de batalla en los que el pequeño zorro rojo conseguía infiltrarse.
El trabajo más importante de su carrera se centró en la batalla de Brunete. Fue testigo de la victoria de los republicanos en la primera fase de la batalla y también del contraataque franquista, que provocó que Gerda volviera a cubrir el conflicto, donde perdería la vida.
En la segunda fase de la batalla de Brunete, viendo que todo estaba perdido y con el repliegue del ejército republicano, Gerda se subió al estribo del coche del General Walter, de las Brigadas Internacionales, pero un ataque aéreo provocó el pánico en el convoy. Gerda cayó al suelo tras una elevación del terreno y un tanque republicano, dando marcha atrás, cayó sobre su cuerpo. Fue trasladada al hospital de El Escorial pero acabaría falleciendo a las pocas horas. No llegó a cumplir los 27 años. Taro quedó rápido en el olvido, quedando relegada históricamente como “la mujer de” y, aunque se sabe que Robert Capa documentó la Guerra Civil española, solo se recuerda a una de las personas que crearon esa identidad.
LA MALETA MEXICANA
Al morir, Endre se hizo con el seudónimo y con su prestigiosa identidad crearía la agencia Magnum Photos y se dedicó, tras la muerte de Gerda, a capturar los conflictos de la Segunda Guerra Mundial. Así, y con los nazis invadiendo Europa tras la Guerra Civil española, Endre consideró demasiado peligroso viajar con las fotografías del conflicto español, por ello las dejó bajo el custodio de su ayudante Imre Weiss. Endre moriría en 1954 sin ver esas fotografías de nuevo.

En 1995 se encontraron las cajas que guardaban estos negativos. El caso se conoce como “la maleta mexicana”, ya que fueron halladas en las pertenencias del general mexicano Francisco Javier Aguilar González. En las cajas se encuentran entre 3000 y 4000 fotografías tomadas por Gerda y Endre, bajo el pseudónimo de Robert Capa, y David Seymour. Se trata de unas fotografías con un valor histórico incalculable tanto para la historia como para el fotoperiodismo.
Todo esto demuestra que Gerda Taro no fue ninguna amateur y que su trabajo ha sido, y probablemente sigue siendo, en muchas ocasiones mal atribuido a Endre. De hecho no se conoce cuántas de esas fotografías de la maleta mexicana fueron tomadas por Taro pero lo que sí sabemos con certeza es que Gerda Taro fue, sin duda, una mujer precursora que estuvo dispuesta a morir en plena batalla para mostrar al mundo los horrores de la guerra.
Los modelos de mujer que prevalecen en las fotografías de Taro son los que actúan en igualdad de condición que sus homólogos varones, es decir, los que desafían los poderes y/o divisiones de espacios y roles, y estos son, en definitiva, ejemplos de una minoría en la realidad femenina del escenario español de la época. —Lorna Beatriz Arroyo Jiménez y Hugo Doménech Fabregat, de la Universitat Jaume I .


2 Comentarios
matka
Alba de la Cruz, thanks so much for the post.Really thank you! Keep writing.
Glowis
Gracias !!! Muy interesante. Saludos.