
Mutilación genital femenina: con solo prohibirla no desaparecerá
Hace un mes, hablamos sobre la mutilación genital femenina (MGF): lo que es, los tipos que hay, los argumentos que esgrimen las comunidades donde se realiza y las consecuencias físicas y psicológicas, tanto a corto como a largo plazo, que sufre la mujer que ha sido sometida a esta práctica. A pesar de que cada año 3 millones de niñas entre el periodo de lactancia y los 15 años corren el riesgo de ser mutiladas, esta acción no está prohibida todavía en todos los países del mundo. De hecho, con solo prohibirla no desaparecerá.
En 2012, la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución sobre la “Intensificación de los esfuerzos mundiales para la eliminación de la mutilación genital femenina”, en la cual se exhortaba a los estados a: empoderar a las niñas desde la infancia; eliminar las formas de discriminación contra la mujer; a condenar la MGF, etc. En uno de sus apartados se puede leer:
Instamos a los Estados a condenar todas las prácticas nocivas que afecten a las mujeres y las niñas, en particular la mutilación genital femenina, independientemente de que se realicen dentro o fuera de las instituciones médicas, y a tomar todas las medidas necesarias, incluso promulgando y aplicando leyes, para prohibir la mutilación genital femenina y proteger a las niñas y las mujeres contra esa forma de violencia, y a poner fin a la impunidad.
Siendo este un gran paso, no todos los países han adoptado estas “recomendaciones” por parte de la ONU. De forma que queda todavía mucho para lograr que la mayoría de países tenga regulaciones específicas, ya no solo que establezcan medidas para actuar ante casos de mutilación, sino para prohibirla.

En España, el 11 de octubre de 2003, se aprobó la ley que establecía como delito la mutilación genital femenina, modificando así el Código Penal, en el que anteriormente, esta no se encontraba recogida. Además, en 2005, mediante el cambio de la Ley Orgánica del Poder Judicial, España pasaba a poder actuar extraterritorialmente, es decir, que si una niña viaja a un país donde no esté prohibida la mutilación, y al regresar a España se detecta que ha sido sometida a ella, los responsables, al volver a España, podrán ser igualmente juzgados y condenados que si se hubiera practicado en territorio español.
Internacionalmente, uno de los mayores pasos fue cuando el 8 de agosto de 2016, la Unión Africana decretó la prohibición de la mutilación genital femenina en todos sus estados miembros. En Norteamérica está prohibida completamente, y en Latinoamérica, solo se ha detectado esta práctica en Colombia, donde en la Ley de feminicidio de 2015, se establece pena de prisión para quien la cometa. Como se puede observar, a pesar de que la crítica sobre la MGF suela dirigirse hacia África, es en Asia donde verdaderamente no se ha avanzado en materia de derechos humanos con respecto a esta cuestión.
No obstante, a pesar de que en tantos países se considere la MGF un delito, esta se sigue realizando, tanto en sus comunidades de origen, como en aquellos lugares donde estas hayan emigrado.

Así pues, como comentábamos al principio, con solo prohibirla no se conseguirá erradicar este ejemplo de violencia cultural contra la mujer. Es necesario:
– En primer lugar, concienciar a la población para eliminar los mitos que sustentan esta práctica. Son muchas las familias que al conocer los daños que ha causado la mutilación a sus niñas se han dado cuenta de que esta costumbre es un error. Para ello, se debe informar tanto a las niñas y niños en las escuelas como a las familias, a través de todos los canales y medios de comunicación existentes y posibles.
– En segundo lugar, formar a profesionales de la educación y de la sanidad para saber detectar cuando una niña está en peligro y cómo actuar. En la mayoría de los protocolos se busca crear una relación de confianza, en donde es importante no estigmatizar o despreciar la cultura donde se conozca que se practique la MGF. Si esa mujer ha sido víctima de este proceso, se deberá aplicar el tratamiento correspondiente, siendo incluso posible hoy en día cirugías de reconstrucción y reparación de los genitales. Si tiene hijas, se debe analizar el riesgo que haya, sobre todo, si alguna de ellas ya ha sido mutilada.

– En tercer lugar, si se va a realizar algún viaje a países de origen donde se teme que se pueda practicar la mutilación, habiendo creado la suficiente confianza con la familia, el protocolo a seguir es establecer una cita para revisar a la niña a la vuelta y hacer firmar a las personas responsables de la menor el denominado compromiso preventivo.


– En cuarto lugar, la formación del personal sanitario es esencial para que no se fomente la medicalización de la MGF, es decir, que esta se realice en hospitales y por profesionales. Por supuesto, este escenario en donde la niña será anestesiada, se hará en condiciones de salubridad, con instrumental médico adecuado y limpio, etc. es mejor que aquellos en los que la niña pueda morir por hemorragias o infecciones, pero sigue siendo una violación de sus derechos y va en contra del deber más elemental de todo médico: no causar daño al paciente. Pues como ya vimos en el artículo citado anteriormente y publicado en Las Gafas Violetas, la mutilación genital femenina no beneficia en nada a la mujer.
– Por último, todo ello debe quedar amparado en un marco político y legislativo con conciencia de género, que permita destinar los recursos necesarios para que la información y la formación sean efectivas.
Son muchos los pasos que todavía hay que dar para lograr que estas costumbres desaparezcan, más si pensamos en lograr eliminar cualquier ejercicio de violencia contra la mujer por el mero hecho de serlo, o de cualquier persona que nazca con vagina. Sin embargo, poco a poco el mundo ha ido escuchando el testimonio de estas mujeres y son muchas las Organizaciones Internacionales y ONGs, como Plan Internacional y su movimiento “Por ser niña”, que cada día luchan por acabar con las cuatro principales problemáticas que les afectan: la mutilación genital, la violencia estructural presente en todos los aspectos de la sociedad y el matrimonio y los embarazos forzados.

