
Hilda: la nueva animación infantil de Netflix ideal para niños y adultos
Este artículo está libre de spoilers. Es una recomendación de la obra. Podéis leer con tranquilidad.
En un valle rodeado por colinas y bosque, hay una casa de madera en la que viven una niña y su madre. Las acompaña una curiosa criatura que tienen por mascota, mitad ciervo, mitad zorro. Además, su vecino es un extraño hombre de madera que les trae leña a diario y viven junto a una civilización entera de elfos diminutos. Cuando unos gigantes pisan su casa por accidente y la destruyen, la madre, la niña y su mascota se ven obligados a mudarse a la ciudad más próxima. Esta es la reseña de Hilda, la serie de animación infantil estrenada por Netflix el pasado 21 de septiembre y basada en los cómics de Luke Pearson, también creador del show.
Hilda es la protagonista de esta producción que nos sitúa en Trollsburg, una pequeña ciudad cerca de las montañas y situada en unas tierras que antes pertenecían a los trolls. La ciudad, para poder defenderse del posible ataque de los posesores de la tierra, se yergue tras una imponente muralla que deja fuera de ella todo peligro. O como dice Hilda «protege a la ciudad de todas las cosas divertidas». Esto quiere decir que la serie nos introduce en un universo que se desvincula del mundo real. La sociedad, muy parecida a la nuestra, convive con la existencia de criaturas mágicas y extraordinarias.
Sin duda, uno de los puntos fuertes del show es la genial construcción que hace de su protagonista femenina, alejada de los estereotipos de género. Se trata de una intrépida aventurera sin miedo a nada y una gran madurez emocional, que soluciona sus conflictos mediante el diálogo evitando el uso de la fuerza. Algo que, si se echa un vistazo a las series de animación infantil, no suele ocurrir. El motivo es el tremendo respeto que siente hacia el resto de seres vivos y su gran amor hacia la naturaleza y la vida.
Por otra parte, que no haya porrazos no quiere decir que no haya acción. El ritmo relajado pero intrépido de la serie nos permite acompañar a Hilda sin querer perder detalle de sus andanzas empapadas de misterios, criaturas fascinantes y moralejas necesarias. Sin adentrarnos mucho en el contenido de la serie para evitar spoilers, en tan solo los diez primeros minutos del piloto la serie establece una metáfora hermosa sobre lo erróneo que es etiquetar a una persona en base a una serie de prejuicios negativos que se le atribuyen por su condición.
Igual de destacable es la relación madre-hija que observamos en pantalla. Lo primero a reseñar es que no se hace mención inmediata ni se justifican los motivos por los que la madre vive sola. En la pequeña casa del monte del principio no detectamos ninguna figura paterna ni se vislumbran fotos más que de los dos personajes. Y esto no parece ser relevante para nadie. Esto derriba un importante cliché que si se repite en otras series infantiles. Por otra parte, las decisiones que toma la madre y que afectan o disgustan a Hilda no hacen más áspera la relación entre las dos. No demonizan a la madre ni la hacen ver como un enemigo, sino que se plantean los motivos por los que dichas decisiones se toman y se hacen ver que los personajes no son perfectos. Algo que es importante enseñar tanto a pequeños como a adultos.
Por último, es una serie que ofrece un extraño sentimiento de paz interior. El ya menciona ritmo tranquilo de la serie, la animación colorida, la disposición de las escenas y la banda sonora hacen que verla sea un ejercicio de relajación y desconexión que hace mucho más fácil la reflexión de las enseñanzas morales que transmite.
Por la correcta construcción de los personajes y las situaciones, la resolución de los conflictos mediante el diálogo y las pequeñas moralejas que ofrece capítulo tras capítulo, se hace una serie altamente recomendable para niños. Y lo mejor de todo es que el dinamismo en las historias que presenta hacen del show ideal para que dichos niños puedan ser acompañados por adultos.
Hilda se convierte en una serie que poder ver en familia.


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