
¿Por qué se ha triplicado el uso de la píldora entre las mujeres más jóvenes?
El panóptico era un tipo de estructura carcelaria que fue ideada a finales del siglo XVIII con el objetivo de controlar a todos los reclusos sin que estos supieran siquiera que estaban siendo observados. En su centro se alzaba una torre en donde los guardianes vigilaban sin ser vistos, provocando en los prisioneros un sentimiento de poder invisible que les obligaba a ser disciplinados constantemente.
El concepto del panóptico se utiliza hoy en día para referirse a las nuevas formas de control social que se dan a través de, por ejemplo, las nuevas tecnologías de la información. Pero ahora hay muchas otras formas de control. Según Paul B. Preciado, mientras que anteriormente el control se ejercía a través de enormes estructuras como el panóptico, hoy las técnicas son pequeñas e internalizadas por los propios individuos. En sus palabras “el panóptico se vuelve comestible”. La píldora anticonceptiva, eso que nos vendieron como revolución sexual, no es otra cosa que un procedimiento moderno de control que no hace más que implantarse cada vez con más fuerza.
LA PÍLDORA SE HA TRIPLICADO ENTRE LAS JÓVENES
El sábado despertamos con una información de eldiario.es que afirmaba que el uso de la píldora ha incrementado considerablemente entre los grupos de mujeres menores de 25 años. Mientras que en 2014 tan solo un 8% de las mujeres entre 15 y 20 años tomaban la píldora, el último informe del Observatorio de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), que hace un seguimiento bienal del uso de métodos anticonceptivos, afirma que el porcentaje ha subido a un 21%. En cuanto al grupo de mujeres entre 20 y 24 años también se ha experimentado un aumento en estos últimos cuatro años: ha pasado del 26,5% al 36,2%. La tendencia al alza, sin embargo, no se mantiene en el resto de mujeres comprendidas en los grupos que superan los 25 años.
Con respecto a este aumento, las expertas consultadas para el reportaje, realizado por Belén Remacha y Ana Ordaz para eldiario.es, creen que esto no se trata necesariamente de una mala noticia. De hecho, consideran que es bueno que haya aumentado “siempre que sea con sus correspondientes controles médicos”. A pesar de esto, lo cierto es que desde la SEC no han podido determinar una causa clara que explique este fenómeno. Se achaca, aún así, a una “mayor información, a menos mitos y menor carga negativa” en relación a la píldora anticonceptiva.
Sin embargo, dando cuenta de que la educación sexual es la gran ausente en la enseñanza de las mujeres no podemos sino poner en duda las afirmaciones de la SEC. Cabe cuestionarse si realmente el aumento del uso de la píldora en mujeres jóvenes ha ido acompañado de un aumento proporcional de la información que disponen las que la toman. Porque, de no ser así, las palabras de Preciado se convierten en una realidad peligrosa:
Estos fármacos optimizan la explotación dócil de los consumidores […] manteniendo su ficción de libertad y emancipación al mismo tiempo que refuerza las posiciones de dominación de la masculinidad normativa.
LA REALIDAD TRAS LAS RECETAS
Lo cierto es que lo habitual es que se recete la píldora sin realizar pruebas previas y sin ese control médico correspondiente al que hacen alusión las expertas del reportaje de eldiario.es. Nos encontramos en una situación en donde la píldora se recomienda para cualquier “problema”, sin barajar muchas veces otras opciones. El acné y el crecimiento de vello corporal y facial son algunas de las causas por las que se recomienda, sabiendo que existen otros métodos para solventarlos. De esta manera, tal y como dice Preciado, el propósito de la píldora ya no es tanto impedir la concepción sino “convertir los cuerpos de las consumidoras en el ideal de mujer definido por las sociedades occidentales contemporáneas”.
La píldora no solo regulariza el ciclo menstrual adecuándolo a los ritmos de la “feminidad natural”; también posee una serie de efectos cosméticos feminizantes: mejora la calidad de la piel, impide el acné y el crecimiento del vello corporal y facial, produce un aumento del volumen de los pechos, etc.
La píldora anticonceptiva: cómo funciona y sus efectos secundarios
«Cuando no se sabe qué hacer es algo frecuente el pensamiento de ‘que te dé tu gine la píldora'» así lo afirma la ginecóloga e investigadora en Estudios de Género, Enriqueta Barranco, para un reportaje realizado por Anna Pacheco para PlayGround. Ella hace incidencia en la importancia de informar sobre cómo funciona la píldora realmente cuando se receta. Actualmente nos encontramos con una situación en la que está hablando de unos beneficios que nada tienen que ver con las capacidades anticonceptivas de la píldora. Se prescribe un medicamento anticonceptivo para motivos que nada tienen que ver con la concepción.
Además, según explica Barranco, el concepto de regular está equivocado. La píldora no regula sino que anula. “Inserta a todas las mujeres en un concepto de normalidad que en la fisiología no existe, el reloj biológico no es un cronómetro digital”.
LAS CONSECUENCIAS DE LA DESINFORMACIÓN
Esta falta de información que existe actualmente entorno a la píldora se sigue fomentando por parte de ginecólogos y médicos. De hecho, muchas veces ni siquiera se deriva a la paciente al especialista, directamente es el médico de cabecera quien receta. Y, al hacerlo, ocurre que muchas veces no explican cómo funcionan las hormonas en el cuerpo así como tampoco se advierte de los posibles efectos secundarios. Por todo esto, el encontrar malas experiencias relacionadas con el uso de la píldora es bastante más común de lo que se cree y es, precisamente, por la absoluta desinformación que rodea a las pastillas anticonceptivas.
La píldora nos ha despojado del poder que nosotras teníamos, con información y con cierta conciencia, de nuestro ser y nuestro cuerpo y nos dejó en manos de otro patriarcado, que es la industria farmacéutica y el sector sanitario. Y, además, lo hizo con la promesa que ellos iban a estar permanentemente contentos.
Hace un par de meses recopilamos testimonios que relataban las experiencias que han sufrido varias mujeres con el uso de la píldora anticonceptiva. Lo que nos encontramos fueron cambios de humor constantes, bajadas de líbido, dolores de cabeza, infecciones, mareos y náuseas, e incluso depresiones que se desarrollaron por tomar la píldora.
La píldora anticonceptiva, nuestras realidades y experiencias
Por lo tanto, a nivel anímico no se puede negar que afecte a las mujeres pero lo que sucede es que se suele prestar poca atención a los cambios emocionales, tachándolos de problemas secundarios. Sin embargo, para Preciado, esto es de suma importancia ya que parte de la efectividad del control moderno de la píldora se da precisamente a través de los cambios en la complexión psíquica de las mujeres: “adquieren un humor lánguido y depresivo, experimentan una disminución de la líbido y se vuelven pasivas. […] se administra la dosis necesaria de estrógenos y progesterona para transformarlas en una hembra sumisa, de grandes senos, humor depresivo pero estable, sexualidad pasiva o frigidez”.
Por otro lado, se habla muy poco de la exposición a otros efectos secundarios por ser menos frecuentes pero las consecuencias de padecerlos son mucho más graves. Hablamos de la trombosis. Hay píldoras que incorporan en su composición la hormona drospirenona que, según estudios, duplica o triplica el riesgo de padecer coágulos de sangre graves. La situación es tan preocupante que, solamente en Estados Unidos, la farmacéutica Bayer ha acumulado más de 8.900 denuncias por daños y perjuicios provocados. De hecho, ha habido acuerdos extrajudiciales con más de 1.800 demandantes que han supuesto nada más y nada menos que cerca de 403 millones de dólares a la farmacéutica. Todo para tratar de esconder los daños provocados.
Muchas veces la creencia de que los anticonceptivos traen más cosas buenas que malas hace que los ginecólogos que las recetan no presten la atención necesaria en este sentido. No informan porque no se considera prioritario y a veces sucede que, cuando padeces reacciones adversas, éstas se normalizan bajo la premisa de que “no hay medicamento sin efectos secundarios”.
LA INFORMACIÓN COMO REVOLUCIÓN
El hecho de que haya aumentado la popularidad de las pastillas anticonceptivas entre el colectivo de mujeres más jóvenes es digno de análisis, sobre todo porque son estos mismos grupos los que más se exponen a padecer los riesgos de tomar la píldora, ya que “la exposición a productos hormonales es muy precoz y muy prolongada en el tiempo”. De hecho, es en las adolescentes que se ha demostrado que el riesgo de padecer depresión con la toma de la píldora combinada se eleva a un 80%.
La realidad es que la única forma de minimizar los efectos adversos que produce la píldora en nuestro cuerpo sería haciendo píldoras a medida. Además, la situación actual es que, en lo que se refiere a la exposición hormonal a largo plazo, no se conocen las consecuencias porque nadie se ha parado a estudiarlas.
La píldora anticonceptiva se está convirtiendo en un sistema de control moderno, introduciéndose cada vez más en las generaciones más jóvenes. Se trata de normalizar el concepto de “regular” nuestro ciclo cuando, son muchas otras causas las que están, de facto, provocando este aumento. Barranco cree que en muchos casos se utiliza como una forma de hacerle un favor a los hombres, y que esto se suma al hecho de que muchas mujeres siguen concibiendo su sexualidad alrededor de la penetración cuando el sexo es mucho más que eso.
Bajo la excusa de regularnos, las farmacéuticas están fomentando que creamos en una menstruación ficticia que nos da una sensación de normalidad y de poder sexual, cuando en realidad lo que se esconde detrás es una clara falta de autoconocimiento. No se trata, por lo tanto, de ser objetora de los anticonceptivos hormonales sino de ser consciente de por qué se toma. Este es un problema que solo se va a solucionar proporcionando la información adecuada a las mujeres, para que sean plenamente conscientes y conocedoras de lo que hacen con su cuerpo. Esta es, y será siempre, la única y verdadera revolución sexual.

