
Gala Éluard Dalí, mucho más que una musa
Gala Dalí no es precisamente una personalidad desconocida. Es famosa a nivel internacional y tiene mucha importancia en el mundo de las artes. Sin embargo, su nombre es conocido por estar ligado a la figura de tres hombres de renombre, Paul Éluard, Max Ernst y Salvador Dalí. Pero lo cierto es que su trayectoria fue mucho más allá que ser esposa o musa.
Se decían muchas cosas de Gala Éluard Dalí. Se comentaba que era una mujer manipuladora, fría y antipática. Estaba rodeada de un aura de misterio que a muchos les desagradaba. Era una mujer poco habladora, sumida habitualmente en sus pensamientos, y a la que le importaba muy poco lo que pensaran los demás sobre ella.
Nacida como Elena Ivanovna Diakonova en 1894, se crió en una familia de intelectuales en Kazán, Rusia, pero vivió toda su infancia en Moscú. A los 18 años decide viajar a Suiza para curarse allí de una afección pulmonar y es allí donde encontrará un lugar similar al que ella tuvo durante su infancia. Creció rodeada de libros y sentía un profundo amor por la literatura.
Es en Suiza donde conoce a su primer marido, Paul Éluard, con quien tuvo su primera y única hija. A pesar de esto, ella nunca ejerció de madre. Conoció a Éluard antes de su éxito y fue en parte gracias a ella que él conseguiría convertirse en uno de los poetas más relevantes del surrealismo. Sin embargo, y aunque trabajaron codo con codo en la escritura, Gala ha pasado a la posteridad como musa más que como escritora cuando lo cierto es que ella brillaba con luz propia.
Fue durante su matrimonio con Dalí, más adelante, cuando se revelaría su talento en la escritura, con los escritos autobiográficos que hacía en sus cuadernos pero ya desde su relación con Éluard podemos empezar a ver apariciones suyas. La primera de ellas de la que se tiene constancia es en el prólogo de uno de los libros del francés aunque está escrito bajo el seudónimo de Reine de Paleùglnn: “No deben asombrarse de que una mujer —mejor dicho, una desconocida— presente este pequeño volumen al lector”.
Junto a Paul, en 1919 entró en el círculo intelectual parisiense a través de Breton, que lideró el panorama literario internacional. Gala despierta fascinación y se convierte en la musa de muchos artistas. Y también en la amante de Max Ernst. Pero siempre mantuvo ese aire de mujer libre, rodeada de misterio.
Un punto de inflexión en su vida es el viaje a Cadaqués, en España, donde visitará a Dalí, a quien ya conocía fruto de su estancia en París. Decide dejarlo todo por él. Abandona el círculo de intelectuales que le dio el éxito en París por una nueva vida con un entonces desconocido Salvador Dalí. Aún así, nunca dejó de escribirse con Éluard hasta la muerte de él.
Gala ha pasado a la historia como la musa de Dalí y son prácticamente desconocidos sus logros como escritora y artista. Ella aportó al pintor mucho más de lo que él pudo darle a ella. Ella es la desconocida coautora del proyecto creativo de Dalí. Así lo demuestran los cuadros firmados por Gala Salvador Dalí. Juntos crean un arte de autoría compartida que, con el paso de los años, ha degenerado al reconocimiento único de Dalí. Sin embargo, es necesario reivindicar la figura de Gala como algo mucho más allá de una musa. Fue una figura decisiva en el mundo del arte de comienzos del siglo XX, tan escritora como Éluard y tan artista como Ernst y Dalí.

