Sociedad

La silenciosa dictadura de la vulva

El tamaño importa. Eso es lo que dice la dictadura de los penes. Se habla de ello con cierta asiduidad y es un tema que preocupa y acompleja a muchas personas precisamente porque todo el mundo sabe que cada pene es distinto y, por lo tanto, que no todos se asemejan al canon. Sin embargo, se queda en las sombras el otro lado de la historia: la dictadura de las vulvas de la que nadie habla. Y lo que no se nombra no existe.

Cada vez más personas se someten a la labioplastia, una cirugía estética que reduce el tamaño de los labios vaginales y esto implica, por ende, que cada vez más personas se sienten incómodas con sus propios cuerpos, hasta el punto de tener que cambiarlos para acercarse a lo canónico y aceptado. Porque lo cierto aquí es que se trata de una cirugía que carece de problemas de salud que la justifiquen y que crece silenciosamente por el tabú que la rodea.

El auge de la labioplastia

La labioplastia no es solo cosa de adultos. Cada vez más menores se someten a esta intervención. Entre 2015 y 2016, según informó el servicio de salud pública de Reino Unido, más de 200 niñas se operaron su vulva para “embellecerla”. En Estados Unidos, llegaron a 560 intervenciones en menores. Estos datos nos hacen preguntarnos hasta qué punto es adecuada la exposición de las menores a la imagen estereotipada e irreal del porno, que está sirviendo como única (y demostradamente dañina) herramienta de educación sexual para los más jóvenes.

Vemos cuerpos ideales. El porno nos hace desear esos pechos grandes y redondos, perfectamente colocados. Nos hace desear ser una mujer delgada, pero con curvas y un culo digno de Kylie Jenner. Queremos cuerpos perfectamente depilados, de pies a cabeza, pasando por la vulva que, no solo no debe tener un solo pelo, sino ser pequeña, proporcionada y rosada. Debemos gustar a nuestra pareja sexual, aunque sea con orgasmos fingidos.

Cuando lo canónico se convierte en lo “normal”

Con estas intervenciones se intenta que la vulva se parezca lo máximo posible a lo impuesto por el porno. Una vulva que, para las generaciones que han crecido con libre acceso al porno y una clarísima falta de educación sexual sobre sus genitales, parece lo “normal” y, por lo tanto, lo único aceptable. Sin embargo, y así lo ha demostrado la ciencia en un estudio realizado por el hospital Lucerne Cantonal , en Suiza, no hay una vulva “normal”. Y al igual que tenemos interiorizado que todos los penes son distintos en tamaño y forma, ninguna vulva es igual a otra.

Sin embargo, el deseo de que nuestros genitales se parezcan a los que se muestran en el cine porno es la principal motivación de las personas que desean pasar por quirófano para corregir sus “imperfecciones”. El problema radica en esto, en considerar que la hipertrofia de los labios vaginales menores es una imperfección. Pero, además, a diferencia de lo que ocurre con los penes, nadie compara sus vulvas, sus distintas formas o tamaños entre sí. Es inusual ver a personas hablar del tamaño de sus labios o su clítoris y esta situación imposibilita que se normalice la diferencia, imposibilita que seamos conscientes de la diversidad de las vulvas.

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Un problema psicológico, no físico

No cumplir con el estereotipo incomoda y avergüenza a muchas hasta el punto de no sentirse a gusto durante las relaciones sexuales precisamente por el miedo a lo que piense su pareja sobre sus genitales. Y para acabar con esta dictadura de la vulva de una vez por todas, muchas han alzado la voz para hablar sobre sus genitales sin miedo. Porque hablar sobre ello nos despoja de la sensación de acarrear con una tara física de nacimiento y nos lleva a aceptar que no es otra cosa que un complejo por no cumplir con lo que, de nuevo, se espera de nosotras y de nuestros genitales. No tienes ningún problema físico, son tus ojos los que te hacen creer que no eres válida. Así lo asegura la psicóloga y sexóloga María Victoria Ramírez Crespo, de Lasexología.com para el diario El Mundo:

Cada vez hay más mujeres que se operan por motivos ‘estéticos’ cuando tienen unos genitales perfectamente normales, con su propia personalidad y belleza. […] La mayoría piensa que sus genitales son feos, incluso si después confiesan que jamás los han mirado

Se demuestra que es necesario recordarnos que una vulva con vello es algo normal, así como lo es una con los labios menores más grandes que los mayores. Esta es la labor que intenta desempeñar Hilde Atalanta, una diseñadora gráfica que ha creado una cuenta en Instagram para demostrar, de una vez por todas, que no existe una vulva normal. Ha creado un espacio en donde diferentes personas hablan sobre sus genitales sin miedo y comparte, a través de dibujos, lo diversa que puede ser una vulva para acabar, por fin, con el estigma y la vergüenza que acarrea.

Hablando de ello sin miedo y libremente, con una educación sexual inclusiva, no solo en las escuelas sino desde los hogares, es la única manera posible de que las personas sean conscientes del problema que supone la dismorfia corporal. Esta preocupación excesiva hacia el físico repercute no solamente en la vida sexual de la persona que la sufre sino, también, en la social. Por lo tanto, contra la dictadura de la vulva, educación, representación y concienciación.

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