Sociedad

La violencia obstétrica: una violencia de género invisibilizada

La violencia contra la mujer puede adoptar múltiples formas y la violencia obstétrica es una de ellas. La Organización Mundial de la Salud hizo una declaración en 2014 en donde se denunciaba la violación sistemática de los derechos de las mujeres durante los partos. Pero, ¿sabes en qué consiste exactamente la violencia obstétrica?

¿QUÉ ES VIOLENCIA OBSTÉTRICA?

Se trata de un conjunto de prácticas que oprimen a la mujer en lo relacionado a su salud reproductiva. Son una violación de los derechos humanos y un tipo de violencia de género que se puede dar tanto a físicos (con la utilización de procedimientos innecesarios en relación al embarazo y el parto) como psicológicos (con la infantilización y tratos humillantes hacia las embarazadas).

En países como México la situación es bastante común y se encuentra tipificada. En España, aunque no sucede lo mismo, las prácticas constitutivas de violencia obstétrica están prohibidas

¿POR QUÉ NO SE HABLA DE ESTE TIPO DE VIOLENCIA? 

Es un tipo de violencia completamente invisibilizada. La mala praxis médica sumada a protocolos médicos obsoletos y al machismo imperante dan como resultado situaciones completamente normalizadas pero que no dejan de ser violentas para las mujeres. Sin embargo, la falta de conocimiento por parte de las madres en lo relativo a esta situación hace que muchas de ellas no sean conscientes de que son, de hecho, víctimas de este tipo de violencia.

Mar, matrona que colaboró en la tesis doctoral de Eva Margarita García, Doctora en antropología por la Universidad Autónoma de Madrid, con la primera tesis sobre violencia obstétrica de Europa, «La violencia obstétrica como violencia de género», considera que:

El problema que hay con la violencia obstétrica es que es ejercida por profesionales sanitarios, entonces al ser ejercida por profesionales sanitarios y sobre todo médicos, es impensable que un profesional sanitario o un médico pueda ejercer violencia

LA FALTA DE INFORMACIÓN EN LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA 

La violencia verbal o física son las situaciones más evidentes de violencia obstétrica, sin embargo, existe toda una larga lista de prácticas que constituyen una apropiación del cuerpo de las mujeres y de los procesos reproductivos, entre las cuales se encuentran la falta de transparencia e información hacia las mujeres durante el embarazo y el parto.

Conscientes de esta falta de información, existen asociaciones como El Parto es Nuestro cuya labor es «iniciar acciones para reivindicar un mayor respeto y protección hacia los derechos de las madres y los niños, mejorar la atención obstétrica y difundir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en la atención al parto, así como promover la lactancia materna».

LAS PRÁCTICAS DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA 

Un informe sobre la atención al parto en España insta a reflexionar precisamente sobre todas estas prácticas invasivas que, sin consultar con la embarazada, se ejercen sobre su cuerpo y que se realizan obviando por completo los estándares recomendados.

Una de estas prácticas es la episiotomía, un corte realizado en la vulva de la mujer para facilitar la salida y evitar desgarros. Tal y como anuncia el informe, «es una de las prácticas más cuestionadas dada la fuerte evidencia científica sobre sus efectos adversos: su extensión a desgarros de tercer y cuarto grado, disfunción del esfínteranal después del parto, o dispareunia, es decir, experimentar dolor durante las relaciones sexuales después del parto».

La Organización Mundial de la Salud alerta de que una tasa por encima del 20% no está justificada. Sin embargo, la episotomía está, en comunidades como la Comunidad Valenciana, muy por encima de lo recomendado, llegando al 58% en hospitales públicos y al 72% en los privados. Los hospitales observados están bastante lejos de cumplir con las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y la OMS.

Tasa de episiotomías en la Comunidad Valenciana. Fuente: Observatorio de Salud Infantil y Perinatal de la Comunidad Valenciana

Según el mismo informe, «el uso de la oxitocina sintética durante la dilatación, que no debería superar el 5-10%, ya que existe creciente evidencia científica sobre los efectos adversos que produce la estimulación de la dinámica uterina de modo artificial, se utiliza sin embargo en el 53,3% de los casos». El parto inducido constituye, así, otro tipo de violencia obstétrica, al igual que la amniorexis, la rotura artificial del saco amniótico, una práctica que la OMS no recomienda realizar.

Sucede lo mismo en relación a la posición y los movimientos de la embarazada durante el parto. La libre deambulación se relaciona con una menor necesidad de uso de fármacos y la posición vertical o lateral, comparada con la posición más habitual de litotomía (tumbadas boca arriba con los pies en los estribos del potro obstétrico), se asocia con un acortamiento de la duración del expulsivo además de una reducción del número de partos asistidos, de episiotomías y de dolor agudo.

Sin embargo, los deseos de la comunidad médica quedan por encima de los de las embarazadas, siendo el porcentaje de partos vaginales en los que se ha mantenido la posición de litotomía durante todo el expulsivo es de 87,4% cuando el Ministerio recomienda que no sea mayor que el 30%.

«Las episiotomías y las cesáreas innecesarias son síntomas de una sociedad que sufre de machismo, misoginia y patriarcado. Las mujeres hemos sido adoctrinadas para entender que el parto es así. Es decir, se nos educa para aguantar: nuestro cuerpo es secundario, no se puede hablar de él porque se considera algo sucio y, si sufrimos secuelas de un corte en la vulva, se presupone que no tenemos por qué disfrutar del sexo como el hombre”.
                     Jesusa Ricoy, fundadora del movimiento contra la violencia obstétrica The Roses Revolution Movement, para Público.es

PREVENCIÓN, FORMACIÓN Y PENALIZACIÓN

Eva Margarita García considera que en el camino hacia la erradicación de la violencia obstétrica necesariamente debemos pasar por tres puntos. Prevención, para fomentar el respeto hacia la mujer educando y haciendo uso de la información que a día de hoy disponemos; formación, para que el personal sanitario esté siempre al tanto de la evidencia científica en estos casos, y penalización, tipificando la violencia obstétrica para acabar con su normalización.
A fin de cuentas, y al igual que combatimos cualquier otra invisibilización, empoderar y educar se presentan como la solución para que dejen de primar las preferencias del personal médico por encima de los de la embarazada, para que la mujer deje de ser sujeto pasivo incluso en los momentos que deberían ser cien por cien suyos.

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