
Si duele, algo estás haciendo mal

A pesar de que convivimos cada minuto de nuestra vida con nuestro cuerpo, es poco lo que a veces sabemos de él, especialmente todo lo relacionado con el sexo. La educación sexual que recibimos, se reduce a estudiar la anatomía y el funcionamiento del cuerpo en el colegio y a unas pocas conversaciones que en ocasiones surgen con personas de nuestro entorno.
El sexo sigue siendo un tema tabú, influenciado cada vez más por la pornografía y rodeado de desinformación. No nos paramos a conocer nuestro cuerpo ni a escuchar sus señales, lo que lleva a que para mucha gente mantener relaciones sexuales no sea todo lo placentero que podría ser o sea incluso doloroso.
En anteriores artículos de Las Gafas Violetas hablamos de la existencia de numerosos problemas físicos y circunstancias psicológicas que hacen dolorosas las relaciones sexuales, pero el sexo en sí mismo no debe doler, así que si no hay ningún problema y duele: algo estás haciendo mal.
HABLANDO DE POMELOS

Cada cuerpo reacciona de forma distinta ante cualquier tipo de estímulo y al hablar de sexo cabe destacar la diferencia entre deseo y excitación. Puede que baste una mirada para que dos personas sientan el deseo de acostarse, pero es posible que haga falta un poco más de tiempo para que los mecanismos de excitación se pongan en marcha.
Cuanta más excitación haya (que no deseo, por muy desenfrenado que sea) más cómodas y placenteras serán las relaciones sexuales. En el caso de genitales como la vagina, esta se expande y lubrica, gracias a que el útero se eleva y diversas glándulas segregan sustancias que actúan de lubricante. Si se realiza una penetración, ya sea con juguetes sexuales, los dedos o el pene antes de tiempo o de forma brusca puede haber molestias y lesiones
1. Desgarros. Si la entrada de la vagina no está lo suficientemente abierta y lubricada es posible que se produzcan desgarros vaginales, es decir, que se rasgue la piel e incluso los músculos de la vagina, especialmente en la zona del perineo. Dependiendo del grado de profundidad de estos, puede sentirse desde un leve sangrado y molestias hasta tener que dar puntos para suturar la herida.

- ¿Qué hacer? Lo más importante es acudir al médico para realizar el tratamiento que sea necesario. Suele aconsejarse colocar hielo envuelto en una toalla para aliviar el dolor y, además, intentar mantener la zona de la herida sin humedad. Para ello se recomienda cambiar la ropa interior más a menudo o usar alguna que sea de algodón, ya que la humedad es uno de los factores que más influye a la hora de lograr que cicatrice el desgarro. Y, sobre todo, evitar el uso de tampones y el sexo con penetración hasta que sane completamente.
2. Lesión en el cuello uterino. Este es el nombre que recibe el estrecho canal que comunica la vagina y el útero. Cumple un rol vital expulsando la sangre menstrual, permitiendo que el esperma llegue a los ovarios, manteniendo a los bebés dentro del útero durante el embarazo o dilatándose para dar a luz. Con la excitación, se vuelve más suave, sensible y se eleva para dejar un mayor espacio en la vagina.

- ¿Cómo evitar una lesión? En el caso de usar los dedos, hay que tener cuidado con las uñas, ya que si se llega a la entrada del cuello uterino es posible causar roces y pequeñas heridas. Si se usan juguetes o el pene, hay que prestar atención a si se nota algún tipo de resistencia, si es así no hay que seguir insistiendo, ya que golpear o forzar el orificio uterino puede causar dolor, que dure incluso días, el cual se siente sobre todo en la parte baja del abdomen.
3. Cuidado con el clítoris. En tercer lugar, hablemos del clítoris, este órgano tiene la única función de proporcionar placer al excitarlo. A diferencia de lo que muchos piensan, la parte visible es solo la punta del clítoris que luego se divide en dos extremidades que se extienden a ambos lados de la vagina, llegando a medir alrededor de los diez centímetros. Al igual que el pene, este también crece cuando se estimula, no obstante, no por estimularlo con más fuerza o más rápido se obtiene más placer.

- ¿Cuándo saber si algo va mal? Si notas molestias al frotar el clítoris, piensa en si tú o tu pareja lo estáis haciendo de una forma demasiado brusca. Esto o el uso de juguetes sexuales que absorban el clítoris o lo hagan vibrar puede provocar microfisuras o irritación, si se usan con mucha fuerza y poca lubricación.
Por último, cabe decir que es beneficioso hacer pis después de mantener relaciones sexuales, ya que puede prevenir infecciones, así como secarse la zona y los labios inferiores y mayores dando palmaditas que no arrastrando, para no abrir heridas que se hayan hecho.
Todo esto es posible evitarlo con posturas sexuales que no permitan una completa penetración si el cuerpo no está todavía lo suficientemente preparado; usando lubricantes (siempre mejor cuya base sea agua y no aceites), y manteniendo ritmos que no sean violentos tanto a la hora de masturbar, practicar sexo oral, etc.
Por supuesto, no se deben introducir objetos que no estén diseñados para entrar en contacto con nuestras partes íntimas, ni usar como lubricantes cremas, alimentos, etc. que puedan irritar o infectar la zona. En resumidas cuentas, lo mejor siempre es: excítate, lubrícate y escucha a tu cuerpo.
HABLANDO DE PLÁTANOS
1. Fractura del pene. A pesar de que el pene no posee hueso en su interior, sí puede sufrir un tipo de lesión que se denomina fractura. El pene se compone de los denominados cuerpos cavernosos, dos columnas llenas de espacios irregulares que al llenarse de sangre dan lugar a una erección. Existen una serie de tejidos que rodean a los cuerpos cavernosos y presionan las venas ubicadas en el pene para impedir que la sangre salga y así mantener la erección. Entre ellos se encuentra la capa albugínea, que es la que zona que puede lesionarse y dar lugar a la fractura.

A pesar de que no es muy frecuente, las situaciones en las que podría llegar a darse son más comunes de lo que podríamos pensar. La mayoría de este tipo de fracturas se dan durante las relaciones sexuales. Seguro que más de una vez te ha sucedido que practicando sexo con penetración, ha habido un instante en el que tu pene o el de tu pareja se ha salido, pero rápidamente habéis hecho porque volviese a entrar y habéis continuado sin problemas. Pues es en esos segundos donde hay que tener cuidado, porque si el pene choca con fuerza con la ingle o alguna nalga, es posible que se doble y llegue a fracturar.
- ¿Qué sucede? Lo primero que se escucha es un chasquido bastante audible, la erección baja inmediatamente, y comienza a aparecer un hematoma. Es importante, como con cualquier lesión, acudir al médico, en este caso, a urgencias, ya que será necesaria cirugía para drenar la sangre y reparar la parte dañada.
2. Desgarro del frenillo. El frenillo es un pequeño pliegue que mantiene el prepucio sobre el glande y contribuye a proporcionar placer al estimular la zona. En el caso de que la zona no se encuentre lubricada, la fricción sobre la piel seca o de forma brusca puede hacer que esta zona se desgarre. Los síntomas son dolor y hemorragia y será necesario acudir a urgencias para suturar la herida.
- ¿Cómo actuar? Si mantienes tu zona lubricada y estimulada debidamente y aun así se siente dolor, lo más aconsejable es acudir al médico para analizar si hay problemas relacionados con fimosis, alergia al látex, o cualquier tipo de infección.
En definitiva, el dolor durante el sexo no es normal y si hay cualquier molestia lo primero y más importante es comunicárselo a tu pareja, para buscar una solución que puede ser desde usar lubricantes, probar nuevas posturas o experimentar estimulando la amplia variedad de zonas erógenas que posee el cuerpo humano. Recuerda no todo es penetración y ¡disfruta!


