Sociedad

Molka, el fenónemo de espionaje sexual que azota Corea del Sur

¿Qué pasaría si cada vez que usaras el baño corrieras el riesgo de estar siendo espiada y grabada? Esto no es un supuesto, está ocurriendo en Corea del Sur. El fenómeno molka o molka porn se trata de una forma de espionaje sexual que consiste en grabar a mujeres en baños, vestuarios, gimnasios o en la propia calle y difundir el contenido por Internet sin ningún tipo de consentimiento. Esta forma de acoso se ha expandido de forma alarmante en los últimos años y llega tanto a lugares públicos como privados. 

Cualquier objeto y lugar se puede convertir en un potencial peligro para las mujeres coreanas. Las discretas cámaras son colocadas en los vestuarios de los gimnasios, en váteres o puertas de los baños públicos o en las paredes de los bares y hoteles. También se instalan en sitios más inusuales como bolígrafos, relojes, cajetillas de cigarros, secadores de pelo, zapatos de algunos transeúntes, bolsos o tomas de electricidad. Este contenido se difunde en Internet y se vende.

El molka produce tanto estrés generalizado entre las mujeres que en algunos casos ni se atreven a denunciar la situación por miedo a ser juzgadas e incluso reconocidas. A diario, se estima que se producen unas 18 denuncias al día por espionaje sexual de este tipo, pero solo un 2% de ellas llegan a juicio. Aparte de la gran pasividad policial que existe al respecto, ser víctima de un suceso como este se convierte en un estigma enorme. Muchas mujeres prefieren invertir dinero en empresas de seguridad informática que se dedican expresamente a la eliminación de datos en Internet. Se pueden llegar a cobrar más de 2000 dólares por la eliminación de vídeos.

Valores tan machistas como la honra aún están muy considerados en la sociedad coreana, y la exposición íntima vulneraría este principio y ser tachada y juzgada socialmente. Se prefiere eliminar el contenido y olvidar lo ocurrido sin recurrir a la justicia. Algo está fallando. Aparte, no existe un perfil concreto de agresores, el fenómeno se extiende a numerosas profesiones y edades. En la mayoría de ocasiones, los hombres se aprovechan de su relación amistosa o incluso amorosa para llevar a cabo el delito. Algunas mujeres denunciaron a su propia pareja.

El gobierno de Seúl creó una fuerza de 8.000 inspectoras que recorren los más de 20.000 baños públicos de la ciudad para encontrar y quitar las cámaras ocultas en los sanitarios. No obstante, esta práctica resulta insuficiente cuando cada ciudadano tiene a su disposición un teléfono móvil con cámara. La erradicación de este problema se torna una tarea complicada si tenemos en cuenta que Corea del Sur es un país puntero en cuanto a vanguardismo tecnológico. Esto supone que los desarrollados y sotisticados dispositivos disponibles permiten una grabación fácil y discreta y una consiguiente distribución rápida. Favorecen, en este aspecto, la proliferación desmedida de páginas pornográficas que cuentan con todo tipo de contenidos amateur.

Una medida tecnológica que se ha llevado a cabo es la de obligar a los fabricantes de teléfonos vendidos en el país a que las cámaras emitan un sonido cada vez que se toma una foto. No obstante, es muy sencillo vulnerar esta medida instalando una aplicación que elimine el ruido del sistema o simplemente emplear cámaras que no sean las del móvil.

En esta cuestión es necesario considerar que la pornografía es ilegal en Corea del Sur y cuentan con una legislación muy estricta que castiga la distribución de material con grandes multas e incluso prisión. Está prohibida cualquier forma explícita de pornografía, ya sean sitios webs, libros, películas, fotografías o cualquier otro material. Desde el año 2009, las webs han sido bloqueadas por el gobierno coreano, pero eso no impide que muchos usuarios usen VPN y accedan a páginas internacionales.

BBC

Entonces, ¿existe una relación directa la prohibición de la pornografía en el país y la aparición del molka? ¿Solventaría la legalización de la pornografía este problema? ¿Es acaso la legalización de la pornografía el camino? ¿Cómo beneficia a la sociedad legalizar y difundir contenido pornográfico que normalmente no conoce regulaciones o reglas y tiende a ser altamente machista? El debate en torno a ello es amplio y puede tomar muchas direcciones. Lo que está claro es que el molka es una práctica que debe ser denunciada y desaparecer. 

En junio de 2018, alrededor de 22.000 mujeres salieron a las calles de Seúl para manifestar su rechazo hacia el molka. Se convirtió en una de las manifestaciones feministas más multitudinarias de la historia del país. Bajo el lema ‘‘Mi vida no es tu porno’’, las mujeres coreanas ayudaron a tomar consciencia y evidenciar la necesidad real de acabar con este fenómeno.

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